martes, 23 de septiembre de 2008

APUNTES: Celendín y la literatura

MI TIERRA EN LA NARRATIVA NACIONAL
Por Jorge Horna
¿Qué poseen Celendín y los hijos de este pueblo para ser motivo recurrente en la novelística y cuentística peruana?
Tal vez hallarán respuesta inmediata quienes han nacido allí y son conscientes de su privilegiada configuración geográfica, su hermoso paisaje natural y cultural (lacerados en los tiempos actuales por la ignorancia y la codicia). Quienes conocen Celendín y/o han labrado amistad íntima con sus habitantes, también tendrán razones para explicar aquella recurrencia.

Celendín aparece en varias páginas de El mundo es ancho y ajeno.

Ciro Alegría es el primer novelista que hace referencias puntuales a los celendinos en sus obras. Este escritor indigenista en su huida por la persecución política (fue militante aprista, después renunció), estuvo de paso por Celendín, donde fue detenido y encarcelado por un corto tiempo, posteriormente trasladado a cárceles de Cajamarca.
En La serpiente de oro (Nascimento, 6ª. edición. Santiago de Chile.1949), consta: “…los togados con los vestidos de dril almidonado que crujen al andar; los celendinos con sus listados ponchos de lana, detenidos ante sus rimeros de percalas, sombreros, y baratijas…” (pág. 35); “Los celendinos extienden en los patios sus atados de mercaderías: colorean percalas, brillan espejuelos y cuchillos, blanquean sombreros. Nada falta” (p. 113).
El la novela El mundo es ancho y ajeno (Empresa Editora El Comercio S.A. Lima, 2005), encontramos: “Los comuneros persiguieron a los gitanos, sin poder encontrar a “Frontino”. Tiempo después, lo rescató mediante muchos trámites uno que fue a Celendín, para comprar sombreros de paja.” (p. 240). “El bandido comprendió inmediatamente la razón de la belleza de la señorita del corredor. Esa mujer marchita, de hermosura en ruinas, hacía presumir una espléndida juventud. Lo extraño resultaba su casamiento con Zenobio. Él no sabía que este la enamoró en Celendín, donde hay mujeres muy hermosas…” (p. 338).
También en la novela Siempre hay caminos de Ciro Alegría, Candelario es un personaje celendino.
Mario Vargas Llosa en su notable novela Conversación en La Catedral, configura a uno de sus personajes como oriundo de Celendín.
Alfredo Bryce Echenique esboza un personaje celendino (la Mama Rosa) en sus dos Antimemorias:
Permiso para vivir (Lima. PEISA, 1993): “…porque los indios no tienen edad y ella no parece india por lo blanca que es, pero vino desde Cajamarca y nació en un pueblo llamado Celendín, de gente muy buena y trabajadora y honrada. La Mama Rosa es muy blanca y como si fuera de la familia. Tiene un dormitorio un poquito mejor que los demás…” (p. 268).
Continúa la mención a la Mama Rosa en las páginas 269 y 271 del mismo libro.
En Permiso para sentir (Lima. PEISA, 2005), Bryce narra: “El periodista y escritor peruano Alfredo Pita me acompañó en un lindo viaje a Cajamarca, con la única finalidad de visitar Celendín, en el norte andino del Perú, donde había nacido Rosa Bazán, la Mama Rosa que me crió…” (…) “A las diez de la noche dejaba de funcionar el motor eléctrico. Celendín se apagaba por completo y, por decirlo de alguna manera, sus hombres de letras y sus intelectuales desaparecían en las tinieblas. Toda una vida así. Toda una vida de encuentros en la plaza de armas, de cervezas conversadas, de escasa o nula animación cultural, pero toda una vida también de bondad, como la del maestro Mime, con quien hice una de esas grandes amistades que parecen eternas.” (…) “He sabido de él. Allá sigue, en Celendín, donde me imagino que el motor de la luz se sigue apagando a las diez en punto de la noche.” (p. 445).
Einar Pereira, cajamarquino, en su novela Celendín, tablero de ajedrez (Lima. Láser Producciones, 2004), recurre a datos históricos de la fundación de Celendín para estructurar el contenido argumental.
Este año se ha publicado la novela Sangre de hermanos (Editorial Planeta. Lima, 2008) de Ignacio López-Merino, en la que uno de sus protagonistas, Eleuterio Gómez “El zarco”, es un celendino hijo de terrateniente, que huye a Lima, de los odios de su familia y se enrola al Ejército para combatir junto al mariscal Cáceres contra las tropas chilenas invasoras.
Como no podía ser de otro modo, los narradores celendinos Alfonso Peláez, Nazario Chávez, Julio Garrido y otros dan cuenta de personajes y ambientes de su terruño.
Alfredo Pita Chávez, en su libro Morituri, hace referencias constantes a Celendín bajo el vocablo histórico "Villamalia", y en el entretejido de sus cuentos surge la atmósfera y espacio telúrico donde él nació y vivió su infancia.

Invocación:
A mis paisanos, amigos, hermanos y hermanas celendinos, que es tiempo de retomar los libros para enterarnos y disfrutar de las maravillas de sus contenidos y, como en los libros referidos en esta nota, descubrir los rasgos que nos caracterizan y nos otorgan identidad, la que debe revertir en el amor a nuestra patria: respeto a su suelo, a su patrimonio histórico, a sus tradiciones y a la convivencia civilizada y Humana (con mayúscula).
Lima, setiembre 2008
jornach@hotmail.com


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