martes, 27 de noviembre de 2007

ENTREVISTA:Un documento fresco aun cuando haya transcurrido una década

La siguiente entrevista a Manuel Sánchez Aliaga se realizó en Celendín en el mes de julio de 1997. La misma fue ofrecida a distintas redacciones de revistas editadas por celendinos, pero su publicación siempre terminó en promesas.

TELÓN ARRIBA, Y… ¡MIME!

Por Jorge Horna


Si preguntáramos en Celendín por Manuel Sánchez

Aliaga, muchos dudarían en darnos razón de él. Pero

si mencionamos a “Mime” la respuesta respetuosa

brota de inmediato.

Manuel Sánchez A. es un profesor formado en las

canteras prístinas de la Escuela Normal La Cantuta.

Hoy vive en su tierra natal.

Son las dos de la tarde, y las calles a modo de nobles

hamacas sostenidas por el cerro San Isidro y Jelig, o

por Tolón y las alturas de Pumarume se mecen

serenas en una gozosa siesta bajo el azul intenso del

cielo. Con mucha amabilidad, Manuel me recibe y

pasamos a su biblioteca. La amena conversación

empieza…

Mime y sus rivalidades con los castillos. Por Charro.

Muchas personas te identificamos como un impulsor del desarrollo cultural e intelectual de Celendín. Recuerdo tu activismo artístico, periodístico, literario.

Era el año1962, presidía la Asociación “Pedro Ortiz Montoya”; dirigía, además, la radioemisora “Celendín” con la invalorable ayuda de Jaime Díaz “(Jovi); los espacios emitidos eran culturales, informativos y hacíamos radioteatro y concursos interescolares radiales.

Por esos tiempos fundé el semanario “Ecos”, la impresión se hacía en Cajamarca; su duración fue más o menos de un año y se financiaba con el aporte de José Camacho (Coche Pina), mi hermana Ernestina y yo. Mi juventud de entonces me permitía ser muy inquieto: apoyé las exposiciones pictóricas al aire libre en la plaza de armas, de los pintores Alfredo Rocha y Gustavo Garrido. De este último recuerdo un cuadro que representaba un manojo de paja toquilla suspendido en el aire rodeado de sombreros; el cuadro se titulaba “Platillos voladores en Celendín”.

En alguna oportunidad en el auditorio del que fue colegio Javier Prado, hiciste pantomima, ¿cuál es tu formación al respecto?

Estudié el curso de Teatro en La Cantuta. Posteriormente con el grupo Histrión. Fui alumno de los maestros Emilio Galli y Jorge Acuña Paredes. Aquella vez hice una representación de mimo en el local que tú refieres, como una conclusión de una gira turístico-cultural por todo el Perú que realicé con el músico Miguel Díaz Dávila. En cada pueblo al que arribábamos nuestras funciones eran gratuitas; alternadamente hacíamos poesía y música. El espectáculo concluía con la interpretación del carnaval celendino. Luego las autoridades o representantes del pueblo nos agasajaban y en muchas ocasiones cubrían nuestros gastos de alojamiento y alimentación.

Aquí en Celendín a nuestro espectáculo invitamos con mucho aprecio –y con tarjeta- a las autoridades. Al finalizar la función nadie se acercó ni siquiera a saludarnos.

¿Alguna vez hiciste teatro propiamente dicho?

Sí, antes quisiera referirte que mis representaciones favoritas de pantomima eran “El bouquet” y “El baño”.

Dirigí la obra “Ayar Manco” de Izquierdo Ríos, cuyos actores y actrices eran alumnos del Instituto Agropecuario y profesores del colegio Cortegana. Se estrenó en Celendín, luego fue puesta en escena en Cajabamba y Huamachuco; en esta última ciudad nos ovacionaron con conocimiento de causa. El público pidió la presencia del director, tuve que hacerme presente tal como estaba: con la ropa pintarrajeada, pues yo hacía de maquillador, escenógrafo, orientaba al iluminista… Aquella vez se bajó y subió el telón siete veces entre aplausos y algarabía. Aquí debo rendir homenaje al extinto César Díaz Dávila (Copocho), quien confeccionó los decorados. También mención honrosa a José Camacho que manipulaba el equipo de luces y a todos los excelentes actores del

grupo.

Motivado por estos hechos dirigí la obra “Ha llamado un inspector” de Priestley. Actuaron con entrega artística: Zenón Chávez Zegarra, Víctor Aliaga Zegarra, Ernestina Sánchez, Gardenia Peláez, Juan Chávez Paredes. Después con el apoyo y participación de Zenón Chávez representamos “Clave Dos” de Gregor Díaz.

Manuel, también se te conoce como periodista. Relátanos algo.

Participé en el periódico “El Golpe” que se sostenía con el aporte del cuerpo docente de la Escuela No.85 ( hoy 82391). Fui director de la revista “Marañón”. Pero debo confesar que el semanario “Ecos” marcó para siempre mi actividad periodística, por su posición crítica, cuestionadora, pero a la vez con derroteros alternativos.

¿Has escrito poesía?

La revista “Amanecer” publicó unos poemas míos. Actualmente en la revista “El labrador” dirigida por amigos sucrenses estoy colaborando con narraciones cortas en prosa poética.

La Literatura para ser tal no debe apartarse de lo estético y de la realidad vital. Algunos críticos agregan el compromiso del escritor. ¿Qué te parece este planteamiento?

El escritor refleja necesariamente sus vivencias que surgen de la realidad social. Se inicia como un acto inconsciente. El verdadero escritor es un auscultador permanente, pero que sutilmente a través de sus obras plantea, exige, sueña con la transformación progresista de la sociedad.

¿Has tenido o tienes contactos con escritores del país?

Cuando Alfredo Pita llegó a Celendín acompañando a Alfredo Bryce, éste me honró con visitarme y otorgarme su tiempo para conversar.

Conocí de cerca de los consagrados poetas Javier Sologuren, Washington Delgado, a Manuel Moreno Jimeno, con quienes he departido inquietudes literarias. Últimamente he presentado en Celendín el libro “Catequil” de Miguel Garnett.

¿Qué instituciones culturales existen en Celendín?

El Centro Cultural que durante muchos años traté de dirigir, pero mis ilusiones se ahogaron por la falta de un presupuesto adecuado para plasmar actividades.

¿Qué lecturas influyeron en tu formación?

Anduve asombrado por las obras de Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Eugenio Sue, Sthendal. Sigo conmovido con los escritos de Ernesto Sábato, Ivo Andric, Gabriel García M., Vargas Llosa. En poesía me impactaron los simbolistas y parnasianos franceses. Y del Perú: Martín Adan, Jorge Pimentel y los que ya mencioné anteriormente.

Manuel, siempre fuiste un viajero indócil.

En cada lugar que he visitado siempre encontré un celendino al paso, o arraigado añorando su tierra. Para serte sincero sólo me falta conocer Piura, Tumbes, Moquegua y Madre de Dios.

Tú conoces todo el panorama de la producción literaria de Celendín

Sí. Pienso que es tiempo de empezar por una antología de la poesía celendina. Tenemos poetas que merecen mención: Nazario Chávez, Pedro García, Julio Garrido, Jorge W. Izquierdo, Marcial Silva Pinedo, Armando Bazán, David Sánchez y muchos más.

Luego antologar a nuestros narradores, aquí tenemos a una lumbrera: Alfonso Peláez, y en otra generación a Alfredo Pita.

¿A qué se debe lo de “Mime”?

Muchos creen ingenua y dulcemente que lo de “mime” viene por mis aficiones a la pantomima. Pero no es así, y esto me tiene sonriendo para mis adentros. Lo real es –me refería mi madre- que cuando yo era un párvulo, un familiar nuestro que vivía muy cerca de nuestra casa, con el afán de enseñarme a articulas vocablos, constantemente me repetía “mime”, “mime”, “mime”… y empecé a imitar esa palabra; posiblemente mi segundo vocablo después de “mamá”. Desde entonces, aquí tiene ustedes a… ¡Mime! (Risas).

Finalmente, un espacio libre para ti.

A esta altura del camino hago un recuento de lo que hice, veo esa ruta llena de imágenes de amigos y amigas con quienes apuntalamos la cultura celendina. Pero mi desilusión es enorme: nadie siguió el camino. Hay un sector de la juventud ávido de hacerse presente, y son las instituciones educativas las que deben encauzar esa energía. Es tiempo de incluir con seriedad en los programas educativos los cursos de Teatro y Folclor nacional.

Por otro lado son nuestros paisanos ausentes quienes hoy publican meritorias revistas (Jelij, Trotamundos), pero quizás la natural añoranza, hace que las referidas publicaciones centren sus contenidos reiterativos en temas locales. Es necesario abordar también asuntos regionales, de actualidad nacional e internacional.

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La conversación ha sido fecunda. Deseo tomar unos tragos y hago la invitación a Manuel. Él se disculpa cortésmente y no acepta; aunque reconoce que con una copas adentro la fantasía se adueña de la imaginación. Al mismo tiempo intuyo que me advierte: “mis palabras no cuestan retribuciones”.

Gracias Manuel a nombre de los lectores.

Celendín, 06 de agosto de 1997

sábado, 10 de noviembre de 2007

POESIA: Oscar Zevallos Marín

Esbozo acerca del poeta

OSCAR ZEVALLOS MARÍN

  1. En pos de la palabra

Haciendo propicia nuestra estadía en la ciudad de Chimbote en el V Encuentro nacional de escritores “M. J. Baquerizo” (4-7 de octubre 2006), indagamos datos para ubicar a nuestro paisano Oscar Zevallos Marín. El interés esencial era saber sobre su producción literaria, pues, desde sus años de estudiante en Celendín, él ya escribía versos de buen registro. El primer paso fue una llamada telefónica a su domicilio; contesta Soledad, su primogénita, quien nos informa del deceso de Oscar ocurrido hace dos años. La noticia impacta y se anida el dolor en nuestro ser. Pero Soledad nos da la esperanza de que conservan en familia los manuscritos originales de los poemas de su padre. Al día siguiente volvemos a llamar. Contesta Irene, su viuda, accede a nuestro requerimiento y de inmediato nos invita a su casa. El pintor cajamarquino Luis Arbitres me acompaña. La brisa del mar sostiene el resplandor de la tarde; la amabilidad de la familia de Oscar nos hace sentir en el seno acogedor y fraterno. Breve fue la charla, e Irene con el candor de una madre generosa me muestra tres cuadernos en los que está la palabra del poeta. Me autoriza fotocopiarlos e incluso me presta un block completo de los originales.

  1. El poeta en su senda.

Oscar Zevallos Marín (Celendín 1939 – Chimbote 2004). Hizo sus estudios básicos en la ciudad de Sucre, en los tiempos en que su madre, doña Escolástica, laboraba como maestra de primaria en esos hermosos parajes colmados de verdor y de horizontes seductores que albergan sueños. Su educación secundaria la realizó en el legendario colegio Javier Prado (hoy Juan B. Cortesana). Y su formación pedagógica la culminó en la Escuela Normal de su tierra natal.

Se desempeñó en Chimbote como docente en el centro educativo “27 de octubre” situado en un Pueblo joven, y en la escuela primaria “Pedro Pablo Atusparia”, este nombre lo sugirió Oscar y pugnó para que así se denominara el plantel.

Oscar fue un decidido activista del Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (SUTEP) como secretario general de base de su escuela. Su férrea postura gremial le ocasionó reclusión durante 8 meses, junto a muchos maestros, en el penal selvático El Sepa, en el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado.

Desde muy joven, siendo alumno secundario aún, obtuvo galardones y reconocimientos por su producción literaria.

  1. Sus versos.

Algunos poemas están fechados en la década del 60. Se advierte en esta primera etapa la entrega de su fuerza vital hecha canto amoroso que vence los sinsabores para bosquejar una plena esperanza:

Para ti

Para ti

Yo tengo una hoguera

una flor incendiándose

un firmamento de quimeras

Voy cosechando todos mis laureles,

el arrullo de las palomas,

la cárcel de mi corazón.

Para ti

el temblor de mi pesar,

mi verso en vigilia

la bendición de Dios

El crepúsculo de la tarde,

mis sueños en flor,

mi consagración total.

Para ti

la voz del aura

tomando forma y cuerpo

en el silencio de mi ser

El rosal más hermoso de la primavera

la inspiración más intensa

de mi vida

y el llanto tenue y triste de mi dolor

Celendín/ enero/ 1962


TU NOMBRE

Está prisionero perpetuamente en el puerto azul de mi alma,

sus sílabas son el alba y horizonte en mi vida

Tu nombre está en todos los bajeles y crepúsculos de mi puerto

como el aroma de los rosales en la diafanidad de la mañana

igual que el suspiro blanco de los lirios solitarios,

como la más sincera lejanía en todos nuestros caminos

Yo empecé a pronunciarlo creyendo que no había tormenta en tu cielo

después sólo dije, convencido, Oh fiebre dolor de tu término

Y brotó el capullo de torrentes en mis playas desoladas

Tu nombre, un paisaje gris y peregrino

que ansía abrazar el talle poético de mis tardes iluminadas

una voz prolongada que se avecina por la aldea de mi soledad

Los dos acariciando nuestros nombres quedos

como el arrullo muy distante de los dolores albergados en el pecho

Tu nombre, en el surco abierto de mis versos

para siempre atado a la fibra de mi existir

Tu nombre rezando el angelus nuestro crucificado.

C. febrero, 1960


CONFESION

Para la bondad de tus ojos

no hay fronteras, los bosques

bendicen tu dulzura cósmica

Tu gracia y forma oceánica

baña mi rocoso archipiélago

de cascadas y brumas en confesión

Tu voz canta mi sentencia

su melodía arde en los horizontes

de mis redes marítimas

Nupcias te implora la cumbre de mis anhelos

y una copla de sinceridad en marcha solemne

desfila por nuestros recuerdos.

Chimbole, 1991


También el poeta vuelve la mirada a su entorno, encuentra a otros seres humanos a quienes les brinda su emoción social, su ternura, y rescata la fe reivindicativa, humana, ineludible:

CANTARINO CAUTIVERIO

Dando vueltas a mi tristeza glorificada

amanezco, aguaceral

Cariñosos torrentes prisioneros

se rebasan en el cántaro

indígena de mi cautiverio

Después voy por los barrios

y parques vivenciales

capturando alturas boreales

Transitando por la ciudad

en soledades abstractas

me encuentro con toda

esta multitud sublime y soberana

Mientras que por mi cárcel

salen movilizados estos silencios

muchedumbres desfilando

proletariamente

¡Oh, cautiverio cantarino!

Ch. 1991

Navidad

¡Navidad..!

Suenan en las moléculas

sangrantes del pueblo

Van rumiando y gritando

los caudales grandiosos

por el campo y la ciudad.

La sociedad de consumo.

Concentrado trajina

el descontento

¡Oh, navidad..!

Rebuzna el viento

en lluvia y truenos

Los niños aprietan

sus castillos

mientras la madre y el cariño

deshiela su amor

La morada colmada de luceros

y el mundo va celebrando adormecido

¡Oh navidad, oh nacimiento!

Cómo me duele el hambre

y el peregrinaje en esta noche

sin pan, sin caricias…

Ch. 1991

Esta es una apretada nota –por lo tanto inconclusa- sobre la escritura de Oscar Zevallos Marín. ¿Cuántos otros poetas y narradores de nuestro terruño permanecen en el olvido? Empecemos a sembrar de luces y auroras los caminos para retornar pletóricos al reencuentro con nuestro referentes artísticos, culturales e históricos. (J.H.)