sábado, 31 de enero de 2009

LIBROS: La novela peruana y la guerra interna

NARRADORES PERUANOS DE PESO ESCRIBEN SOBRE LA VIOLENCIA
Como no podía dejar de ser, los narradores peruanos de peso finalmente comienzan a dar a conocer obras en las que abordan el periodo de la guerra interna, tema que en los últimos tiempos había sido tratado, muy desigualmente, por escritores más jóvenes.
Nos llega una noticia que suscita en nosotros una gran expectativa, compartida por muchos, estamos seguros. En la Feria del Libro de Trujillo que se realiza en estos días, será presentada la novela Confesiones de Tamara Fiol, de Miguel Gutiérrez Correa, publicada en Lima por la editorial Alfaguara. En este libro el consagrado narrador piurano aborda, nos señalan, la etapa de violencia que asoló el Perú en los años 80 y 90 por el flanco de la participación de las mujeres en los sucesos de ese periodo. Hablamos de expectativa porque consideramos que lo que contará al respecto el autor de "El viejo saurio se retira" valdrá su peso, Gutiérrez Correa es uno de los grandes escritores con que cuenta actualmente el Perú.
Por otro lado, nos llega también una noticia que nos alegra mucho. Nos informan que nuestro paisano Alfredo Pita, escritor celendino establecido en París, ha cerrado finalmente una novela que tenía escrita desde hace años y cuyo título provisional era La cólera de Dios. No sabemos si en última instancia Pita lo mantendrá. El libro de nuestro también consagrado escritor abordará igualmente ciertos aspectos de la guerra interna y se referirá, nos dicen, a un sonado suceso de sangre ocurrido en Ayacucho y su región en la década de los 80. El título, de evidente corte religioso, tendría que ver con uno de los personajes principales de la novela, un cierto obispo de Ayacucho que ese tiempo hacia escarnio de los derechos humanos (Jorge Chávez Silva).


jueves, 29 de enero de 2009

LIBRO: Celendín y el Marañón

CELENDÍN EN LA CUENCA DEL MARANÓN
Arqueología y Paisaje
Autor: Tito Zegarra Marín
En setiembre del año pasado, Tito Zegarra Marín publicó su libro Celendín en la cuenca del Marañón. Arqueología y Paisaje (Martínez Compañón Editores. Cajamarca, 2008). Es un volumen de 242 páginas en las que el autor describe con un estilo llano, muy didáctico y por lo tanto asequible, el variado y vasto paisaje natural y los restos arqueológicos preincas e incas desperdigados en nuestra región; lugares y testimonios históricos desconocidos por una gran mayoría de la población celendina y amazonense.
Tito Zegarra nos pone en contacto con un ecosistema y un hábitat donde la flora y fauna configuran una valiosa biodiversidad, que debemos cuidarlos y estar vigilantes –en el caso del territorio celendino- ante inminentes amenazas de contaminación, destrucción, desfiguración y otras nefastas consecuencias: las explotaciones subterráneas (Minas Conga). Hubiese sido pertinente que el autor del libro nos hubiese puesto en alerta de esta situación y sus implicancias.

Un libro que da elementos para reflexionar el futuro.

Un caso parecido sucede al otro lado del Marañón; nos informa el autor: “…el mineral no metálico de feldespato (caolín)… es explotado por la empresa limeña Las Camelias, que provee de este insumo a las fábricas Trébol y Celima,…los camiones cargados de ese material deterioran las carreteras, se impacta el medio ambiente y se abusa de la obra de mano en la extracción del material. Los trabajadores no gozan de ningún derecho ni beneficio social (…) Los pasajeros que pasan por Chacanto (Balsas), visitantes y turistas, observan tales condiciones de trabajo, y también el deterioro ecológico y paisajista del lugar.” (pag. 213 – 214)
Una particularidad relevante del libro es que el autor ha visitado a pie, en acémilas o en improvisados transportes motorizados, personalmente y en equipo cada uno de los lugares referidos (caseríos, villorrios, centros poblados, comarcas), lo que otorga una validez inusitada a los datos e información recogidos.
El prólogo escrito por Manuel Sánchez Aliaga, la glosa de Jorge Izquierdo en la contratapa, la impecable edición, la hermosa carátula y las evocadoras y ricas fotografías de los interiores, merecen una mención meritoria.
Este libro debe ser de interés para los lectores y lectoras de los departamentos vecinos: Cajamarca y Amazonas, cuyos contenidos y la propuesta concluyente contribuye a fortalecer e impulsar el proyectado Circuito Turístico Nororiental del país (Jorge Horna).

Tito Zegarra Marín. El distrito celendino de Sucre es su tierra natal; sus estudios secundarios los hizo en el colegio Coronel Cortegana. En la Universidad Nacional de Cajamarca se licenció como Profesor, después estudió Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y realizó una Maestría en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta.
Ha desempeñado labor docente en colegios secundarios, también es profesor universitario. Ha ocupado jefaturas y direcciones académicas en su alma mater universitaria.
Sus investigaciones y estudios especializados se han concretado en sus libros: La Artesanía del Sombrero en Sucre - Celendín (1987), El Sauco: Sistema Evolutivo de su Propiedad y Producción (1992), Producción lechera y desnutrición escolar en la provincia de Celendín (1996), Cajamarca – Celendín Tras la Ruta de su Regionalización y Desarrollo (2002) y Celendín en la Cuenca del Marañón. Arqueología y Paisaje (2008).


viernes, 23 de enero de 2009

CRÓNICA: Una visión de la ciudad

Nos honra publicar el siguiente artículo de nuestro paisano, el joven estudiante de Ciencias de la Comunicación, Franz Sánchez Cueva. Con un estilo renovado, fresco y alturado, este futuro periodista -ya periodista cívico- nos narra sus impresiones recogidas en el suelo celendino. Ausculta con fino olfato crítico los problemas sociales actuales de nuestra urbe provinciana, y nos llama a la reflexión y compromete a la acción (NdlR).

DONDE TODO ES POSIBLE
Por: Franz Sánchez
Pretendiendo escribir sobre bellos paisajes, vivencias estudiantiles o costumbres de mi pueblo, resolví llenar renglones, aguzar la pluma y plasmar lo que muchos llaman percepción sensorial.
Casi siempre, la ansiedad de retratar realidades, asalta mi humanidad cuando la misma está fuera del terruño. Pero esta vez, es la excepción a la regla, y eché a escribir.
He encontrado en estos días, la mágica idea de un lugar de fantasía, donde los límites entre realidad y ficción han sobrepasado fronteras, convirtiéndose en un país de las maravillas, sin pretender por ello, transformarme en Alicia. No, al menos, eso espero. Sin embargo aquello del mundo del revés, acometió de forma efímera mi corteza cerebral, coqueteándome el título de este artículo.

El caos gobierna la ciudad

La ciudad está tanto como grande, ignorante. Pero sigue siendo bella, salvo que la nostalgia de otros tiempos haya cegado mi criterio estético, mellándolo por completo. El cielo, tan azul y tan edén aunque acá abajo, el suelo, tan purgatorio, tan terrenal.
La maldita urbe se ha expandido sin mesura y a falta de hombres con pantalones sujetos y bien puestos, el caos gobierna. Los peatones circulan por las pistas, como en cadenas humanas, con los ojos tirados a las flechas de tránsito, mientras que las motocicletas convertidas en taxis caminan por las aceras, dando y recibiendo cuanto empellón exista.
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Los comerciantes no venden sus productos dentro del mercado

Las calles aledañas al mercado, apestan, a suciedad, a dejadez. La extraña negación a la denominación de shilicos, degenerada en expresión de insulto ha provocado en los ciudadanos, la búsqueda incansable de raíces extranjeras, casi como una expedición por encontrar el santo grial, especialmente por sangres portuguesas, volviéndose una obsesión que tiene matices delirantes y que afligen. No es raro por ello, pasear por el jirón Río de Janeiro o visitar el Corcovado en San Isidro. Deprimente, cuando buenos shilicos deberían ser recordados por las nuevas generaciones, por lo menos con sus nombres en las calles. Y ni escribir del nombre de los barrios. Punto y aparte.
Los comerciantes no venden sus productos dentro del mercado, sino que lo hacen en los exteriores, exhibiendo una imagen idónea para una figura de Dalí. El comedor popular con su cableado eléctrico, muy a la criolla, hace ojitos a los bomberos. El flamante hospital, de salud general, parece más especializado en salud mental, el bullerío de las personas del campo que ingresan, es inaguantable, mientras en la sala de esperas arman una especie de camping, con ollas y platos en el parket, la risa de las enfermeras, los doctores que prefieren auxiliar en sus clínicas particulares que en el mismo nosocomio y el techo cuarteado que se cae por pedazos, completan la escena.
Los policías no se quejan más por sus miserables sueldos, ahora tienen un próspero vivir, si es que, el término vida, les signifique algo.
Los cárteles del narcotráfico han comprado la mitad de las autoridades. Podría pensarse que la otra mitad dignamente no está en venta. Es cierto, no está en venta. Ya fue comprada por las transnacionales mineras, que ahora quieren pasar desapercibidas.
Como en los mejores Westerns, aquí la vida no vale nada, quien asesina tiene tiempo para despedirse de sus amigos de jardín, de sus vecinos; el tan considerado, y también de sus familiares. Para cuando llegue al autoexilio, la orden de captura ágilmente se hará efectiva.
Ahora, los escueleros se embriagan en las calles. El saludo aquí no existe, lo que sí existe y convive muy a gusto es el ¡salud! Las autoridades judiciales, espero que no todas, arman jaranas imparables en casas arrendadas. La poca gente decente que, todavía existe, se divide en: figurettis, oportunistas y… los indiferentes, que provocan lo que Sartre llamó “La Náusea”.
Las autoridades de distritos han abierto sucursales en la ciudad y los de la ciudad, sucursal en Cajamarca, donde es bueno refrescarse de las tantas… atareadas funciones con unas cuantas cervecitas, pero de esas que saben a lentejuelas e hilo dental.
Los medios de comunicación, si no están ocupados en rivalidades, que pecan en mucho de estúpidas, están limosneando migajas de publicidad, que huelen a cianuro.
Por lo demás, es una ciudad hermosa, recomendable para vivir…en paz. La fórmula es: Portarse bien, sino papa lindo castiga, ir a misa los domingos con una cajetilla de cigarrillos “River” bajo el brazo y si es posible un leve acento hispano.
Tener instintos masoquistas y soportar los chismes de los vecinos, sacar calculadora y sumar a esto, la envidia de falsos paisanos, venidos de no sé donde, que verán en tu progreso, su desdicha.
No meterse con nadie, ni con nada, pero tampoco desaprovechar la oportunidad para “franelear” a quienes con su cargo, deberían servirnos sin tanto espectáculo.
Y sobre todo, no hacerse uno mismo la pregunta: ¿En qué momento nos jodimos?
Después de todo, lo mencionado serían atributos de un buen ciudadano. Acuérdese que estamos en el lugar donde todo, todo es posible. ¿O no?


martes, 20 de enero de 2009

LIBROS: Elmer Chávez Silva

MEMORIAS DEL CORAZÓN
Anecdotario celendino
El libro Memorias del corazón. Anecdotario celendino (Ediciones Libro Amigo. Lima, 2007) fue presentado el 17 de agosto del mismo año en la Asociación celendina de Lima. Su autor: Elmer Nicolás Chávez Silva, médico ginecólogo, Doctor en Medicina, nació en Celendín en 1939. Los comentarios estuvieron a cargo de la docente universitaria Rosa Carrasco Ligarda. Los relatos que conforman este libro están distribuidos en cuatro capítulos: Estampas costumbristas, Crónicas de colegio, Crónicas de la salud y Anecdotario. Todos tienen un referente común, pues se nutren de hechos que se vivieron en la comarca, Celendín. Elmer Chávez ha hecho llegar a nuestra redacción, para darla a conocer, la carta que Jorge Horna le escribió con motivo de la publicación del mencionado libro (NdlR).
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Lima, 5 de setiembre de 2007
Para Elmer Nicolás Chávez Silva
Estimado Elmer:
He considerado necesario dejar constancia por escrito de la dicha que tengo al acoger en mis manos tu libro que ha inundado como un remanso de aguas claras mi espíritu.
Cuánto deseé estar en la presentación de “Memorias del corazón”; circunstancias que te anticipé, frustraron tu digna invitación. Voces amigas me alcanzaron, después, los detalles llenos de emotividad y calidad académica de aquella ceremonia. Sé que asistieron muchísimas de tus amistades, ratificando así que tu alma generosa, tu permanente sencillez y don de gentes, convoca acompañamientos sinceros.
Hay en tu libro referencias a un tiempo y espacio que felizmente alcancé a vivir. Cómo se conmoverán aquellos y aquellas que están poblando tus relatos, pues el recuerdo y la memoria afianzan identidades.
El gran escritor León Tolstoi sostenía que escribir sobre nuestra aldea, es escribir acerca del universo. Me he solazado con la personificación que haces en “Concurso de voladeras en Chacapampa”, cuando dices “…yendo vertiginosa (la voladera, cometa) a refugiarse en los brazos acogedores y siempre abiertos de algún gigantesco eucalipto, que además de cobijarla cordialmente, le brindaba asilo eterno”.
Hermosísima metáfora. En “El dentista de la ciudad”, don Isidoro aparece en su laberíntico taller como el mítico Melquíades en Macondo en “Cien años de soledad” de GGM. Y no podía faltar la ocurrencia genial de Mime (“Mi amigo Mime”), impenitente bohemio e inteligente conversador, personaje ya histórico.
Pero también los lados imprevisibles de la condición humana: la violencia pasional y existencial en “El Tigre Relámpago” y “Duelo a muerte por amor”. O la incoherencia entre lo que ostentaba el cura Espejo y su actitud cotidiana distanciada de la doctrina cristiana, y que prefería ante todo a su mula porque “la montaba” (“La mula del padre Espejo”). La aparente ingenua Eumelia que con un soliloquio perfecto latiguea y sepulta reputaciones superfluas de los poderosos políticos eventuales en “La venganza de Eumelia”.
El Capítulo Crónicas de la salud es un homenaje irrefutable a las “curiosas”, “curiosos” y “parteras” que curaban y ayudaban al prójimo, esperando como retribución una “peseta” o “un Dios solo pague”; y las hazañas profesionales del Dr. Filadelfo que por la tranquilidad de su conciencia desfilaban rostros agradecidos y sonrientes por la vida y la salud devueltas. Esos seres demostraron que la Medicina es ciencia y arte, pero sobre todo humanitarismo.“Doña Prescila y el alfajorsh” que lo leí junto a mi esposa –quien celebró ese relato con una sonrisa y una carcajada oportunas -hace ya algunos años en la revista “Jelij”- es un clásico del humor del hogar.
Estas apreciaciones sólo apuntan a la validez de la totalidad de la obra. Las anécdotas recogidas contribuyen a conocernos y entendernos mejor, lo que algún día nos permitirá alcanzar una sociedad nueva y humanizada. Un mérito más: tu habilidad para introducir en los textos modos idiomáticos propios del lugar que le otorgan propiedad y originalidad a este hermoso fresco que es “Memorias del corazón”.
Elmer, es posible que tu gran memoria recree en un futuro cercano otros relatos, para deleite de nuestra gente.
Un abrazo para ti y los tuyos,

Jorge Horna


viernes, 2 de enero de 2009

POESÍA: Desde Autralia

Enrique Horna Fernández (Oyotún, Lambayeque, 1954). Ingeniero industrial sanmarquino radicado en Australia. Tiene raigambre celendina, su abuelo paterno fue don Neptalí Horna Aguinaga, nacido en Celendín.
A nuestra redacción nos ha enviado sus poemas, que no constituyendo parte de un libro, reflejan la memoria de los instantes primeros de la vida, y feliz para Enrique, porque se deslizaron en comunión con la naturaleza y junto a la mano labriega de sus progenitores.
En los libros “Poetas y narradores” promovido por el Instituto de Cultura Peruana (Miami, Florida-USA) y “Nuestro Oyotún. Primer ensayo de la realidad” (2004) han sido incluidos sus poemas. También en Australia los diarios de habla hispana han publicado sus trabajos poéticos.
De los ocho poemas sueltos que nos ha enviado Enrique Horna, tomamos los que a continuación exponemos (NdR).

“MADRE”
Hoy estoy lejos, muy lejos
de tu nacimiento y muerte;
en un camino que no conozco
donde todo es tan calmo,
en una tierra, que es lejana de tu vientre.
Madre, generosa en la alegría
y tristeza de tu existencia,
si pudieras con tus lágrimas
curar las llagas de los que sufren;
y redimir a los que creen
que la vida es siempre entrega.
Madre, como duele tu ausencia,
tu risa que se quedo en mi cuna;
y tus sueños que se fueron
volviendo añoranzas.
Y extraño tu orgullo de tenerme,
tu risa de niña provinciana;
tu canto de pueblo, tu fe en el amor.
Madre, cuanta humildad se fue contigo
cuanta ingenuidad se volvió viento;
y te fuiste amando unos espacios
que no son color Octubre
ni son el asomo de tu entrega y esperanza.
Madre, mi pequeña, tierna y cariñosa;
siempre serás mi dolor más dolor
mi ausencia más reclamada
y mi nostalgia más cruel,
pero ahí donde se cobijan los amores
siempre te tendré como agua fresca
calmando mis penas y dolores.

Sauce viejo, guardián de camino polvo... (Foto Charro)

“SAUCE VIEJO”
Sauce viejo,sostén de acequia añeja
guardián de camino polvo, eres eternidad
bajo la luz humilde de la luciérnaga
y la luna noche de la inmensidad.
Sauce viejo, que en tus brazos verdes
encuentro la mano siembra de mi viejo
y la sensible sonrisa de una esperanza madre.
Sauce viejo, amigo del tiempo
generoso anfitrión de un encuentro misterio
celebrado con risas amor de verdad.
Sauce viejo, ruta de años
agua y nido, nostálgico canto
de cariños ausentes, de brisas penas
de lágrimas que son fuerza río;
homenajeando un origen
de arena, sol y viento.
Sauce viejo, carita niño
sueño infantil de aventura e imaginación,
mano inocente refrescando la ilusión de los quince.
Sauce viejo, hamaca engreída de campesino
sombra anhelada de recuerdos,
pan que el alma cocina un mediodía caliente;
rato que los hijos del campo lanza sus ansias al cielo.
Sauce viejo, testigo de surco fé,
amador de alforjas semilla,de palana trabajo;
manos callosas que despiden tiernamente
al hijo que va en busca de su sendero.
Sauce viejo, posada de risas y abrazos
celebrando la simple grandeza de las flores
y la alegría de las aves libertad.
Sauce viejo, árbol mío
quisiera que mi alma
se duerma algún día bajo tu follaje.

RECORDANDO A MI PADRE
Te quiero ver esta tarde que mis extraños anhelos se van a juntar
al borde de la acequia y el sauce, donde algunas vez
mis pasos fueron niños y tus palabras eran mi horizonte.
Te quiero ver esta tarde en que el sol del tiempo
me trae tu rostro rojo y tierno y tu mano callosa me sostenía.
Quiero caminar por aquellos senderos que fueron mi infancia y sueño
verte en el campo de la esperanza.
como serán esos amaneceres ya sin ti, sin tu canto galán
y tu orgulloso caballo, cuanto alumbraran las luciérnagas en esas noches
de misterio, de cuentos, de poesía entre el agua y el cerro.
Yo te quiero ver nuevamente entre las tierras del recuerdo
entre silencios que son los claros anuncios de tu paso por la vida
ahí en tu cabaña aferrado a tus cálidos cariños
presintiendo tal vez tu temprana despedida.