martes, 20 de enero de 2009

LIBROS: Elmer Chávez Silva

MEMORIAS DEL CORAZÓN
Anecdotario celendino
El libro Memorias del corazón. Anecdotario celendino (Ediciones Libro Amigo. Lima, 2007) fue presentado el 17 de agosto del mismo año en la Asociación celendina de Lima. Su autor: Elmer Nicolás Chávez Silva, médico ginecólogo, Doctor en Medicina, nació en Celendín en 1939. Los comentarios estuvieron a cargo de la docente universitaria Rosa Carrasco Ligarda. Los relatos que conforman este libro están distribuidos en cuatro capítulos: Estampas costumbristas, Crónicas de colegio, Crónicas de la salud y Anecdotario. Todos tienen un referente común, pues se nutren de hechos que se vivieron en la comarca, Celendín. Elmer Chávez ha hecho llegar a nuestra redacción, para darla a conocer, la carta que Jorge Horna le escribió con motivo de la publicación del mencionado libro (NdlR).
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Lima, 5 de setiembre de 2007
Para Elmer Nicolás Chávez Silva
Estimado Elmer:
He considerado necesario dejar constancia por escrito de la dicha que tengo al acoger en mis manos tu libro que ha inundado como un remanso de aguas claras mi espíritu.
Cuánto deseé estar en la presentación de “Memorias del corazón”; circunstancias que te anticipé, frustraron tu digna invitación. Voces amigas me alcanzaron, después, los detalles llenos de emotividad y calidad académica de aquella ceremonia. Sé que asistieron muchísimas de tus amistades, ratificando así que tu alma generosa, tu permanente sencillez y don de gentes, convoca acompañamientos sinceros.
Hay en tu libro referencias a un tiempo y espacio que felizmente alcancé a vivir. Cómo se conmoverán aquellos y aquellas que están poblando tus relatos, pues el recuerdo y la memoria afianzan identidades.
El gran escritor León Tolstoi sostenía que escribir sobre nuestra aldea, es escribir acerca del universo. Me he solazado con la personificación que haces en “Concurso de voladeras en Chacapampa”, cuando dices “…yendo vertiginosa (la voladera, cometa) a refugiarse en los brazos acogedores y siempre abiertos de algún gigantesco eucalipto, que además de cobijarla cordialmente, le brindaba asilo eterno”.
Hermosísima metáfora. En “El dentista de la ciudad”, don Isidoro aparece en su laberíntico taller como el mítico Melquíades en Macondo en “Cien años de soledad” de GGM. Y no podía faltar la ocurrencia genial de Mime (“Mi amigo Mime”), impenitente bohemio e inteligente conversador, personaje ya histórico.
Pero también los lados imprevisibles de la condición humana: la violencia pasional y existencial en “El Tigre Relámpago” y “Duelo a muerte por amor”. O la incoherencia entre lo que ostentaba el cura Espejo y su actitud cotidiana distanciada de la doctrina cristiana, y que prefería ante todo a su mula porque “la montaba” (“La mula del padre Espejo”). La aparente ingenua Eumelia que con un soliloquio perfecto latiguea y sepulta reputaciones superfluas de los poderosos políticos eventuales en “La venganza de Eumelia”.
El Capítulo Crónicas de la salud es un homenaje irrefutable a las “curiosas”, “curiosos” y “parteras” que curaban y ayudaban al prójimo, esperando como retribución una “peseta” o “un Dios solo pague”; y las hazañas profesionales del Dr. Filadelfo que por la tranquilidad de su conciencia desfilaban rostros agradecidos y sonrientes por la vida y la salud devueltas. Esos seres demostraron que la Medicina es ciencia y arte, pero sobre todo humanitarismo.“Doña Prescila y el alfajorsh” que lo leí junto a mi esposa –quien celebró ese relato con una sonrisa y una carcajada oportunas -hace ya algunos años en la revista “Jelij”- es un clásico del humor del hogar.
Estas apreciaciones sólo apuntan a la validez de la totalidad de la obra. Las anécdotas recogidas contribuyen a conocernos y entendernos mejor, lo que algún día nos permitirá alcanzar una sociedad nueva y humanizada. Un mérito más: tu habilidad para introducir en los textos modos idiomáticos propios del lugar que le otorgan propiedad y originalidad a este hermoso fresco que es “Memorias del corazón”.
Elmer, es posible que tu gran memoria recree en un futuro cercano otros relatos, para deleite de nuestra gente.
Un abrazo para ti y los tuyos,

Jorge Horna


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