jueves, 30 de abril de 2009

POESIA: Manuel Sánchez Aliaga

En lo único en lo que no acierta Mime es en el título que dice que quiere ponerle a su hermoso poemario: “Balbuceos poéticos”. O se burla de sus amigos o peca de modestia, ya que es un poeta que camina seguro por los senderos de la lírica. Me dijo la última vez que nos vimos que era un título provisional y yo le dije ¡Ojalá! Manifestándole mi completo desarcuerdo le subrayé que me sonaba a colegial. Estamos seguros que la próspera imaginación de Manuel lo llevará a un título que esté de acuerdo a la calidad de sus versos (Jorge Chávez S.)

"...se aventuran atrevidas a alcanzar la meta..."

TENACIDAD
Multicolor variedad de pájaros canoros
ondeando humildes grises plumas
algunas de ellas
hasta encendidos tonos
pasando por los mates, delicados,
a los iridiscentes, tornasolados, metálicos de otras,
cruzan en bandadas o solitarias errabundas
buscando lejanías
vislumbradas en sus sueños.

Desafiando temporales y encontrados vientos
se aventuran atrevidas a alcanzar la meta
sugerida por sus ansias

No importan los mares procelosos
de olas gigantescas
intentando arrebatar su vuelo.

No se dejan asustar o amilanar
por córneos picos de otras
que tras ellas van perseguidoras
en afán de capturar golosinas tan preciadas

Surcan desiertos y montañas o tupidas selvas
en pos de encontrar la mies que vigoriza
su supremo esfuerzo

Y no interesa que en el largo camino
muchas compañeras mueran,
si logran coronar ideales sospechados

Lo fundamental es alcanzarlos
aunque fuese en minúsculo racimo
de estremecidas alas que por fin,
agitadas, pero no rendidas
llegan al jardín ideal cuya existencia
desde antes de nacer presumieron

martes, 28 de abril de 2009

POESIA: Juatesán

Juan Tejada Sánchez, “Juatesán”, es un poeta de hondura, su lírica discurre por cauces profundos, su dramatismo metafísico traspasa el alma, sus versos se plasman con en un lienzo mostrándonos la vida entrañable de la provincia, rememorando dulzuras lejanas de hogar. Un poeta signado, presa de sentimientos encontrados, divagando entre el amor y la tragedia, la tristeza y la locura. Un poeta que sabe transmitir, hasta el contagio, su dramática soledad.
Juatesán es un poeta al que quizás no hemos comprendido en su verdadera dimensión y estamos convencidos que su resistencia al olvido de la memoria celendina s
ignifica que debemos valorarlo en toda su grandeza y difundirlo entre nuestra juventud.
Obtenemos este poema, que es en sí un epitafio, gracias a la amabilidad de nuestro colaborador, Wálter Chávez Tejada, pariente del poeta, y nos hubiera gustado publicarlo como una presentación de point, lamentable, errores de trascripción nos impiden esta forma. Muchas gracias y va a manera de regalo en el Día de las Madres Celendinas. (NdlR)

Sentado en el extremo derecho nuestro poeta "Juatesán"
ERAMOS SIETE
En esta noche me entierro sin vosotros,
hermanos.
Se ahoga mi corazón de lejanías,
en esta noche sin madre, sin hermanos,
cómo recuerdo las horas del hogar paterno

Éramos siete hermanos… horas bellas,
abrazarme quisiera de nuevo a los caminos
donde tropezó mi infancia,
dormiré en la fuente sin agua del olvido

Cómo recuerdo las mañanas de cristal,
caídas en las manos de mi madre,
los pájaros miel de sus lágrimas,
su falda más colaje, donde nuestras pupilas
a la sombra mimosa de un cariño
jugaban con el viento.

Hoy, a cuestas con mis recuerdos,
busco el sosiego, faltas, ternuras
donde tantas veces el seno materno,
acarició mi sien, sin cansancio, sin destino.

Lejanas ya las horas que vivieron nuestras sombras
pero una grande, muy grande
que se proyecta en mi camino:
La sombra de mi madre.

En esta noche de mi pena,
aún sigo viendo a los siete hermanos
en torno a la madre buena. Dulces recuerdos,
mientras que un duendecillo de luz,
muy alto en la luna, sonreía nubes.
Los ojos de madre invadían la noche
haciendo brotar estrellas.

Me quería mi madre más que a los seis,
porque veía en mi cuerpo su víscera más delicada,
porque tal vez adivinaba que un día
he de verme solo, trágico y amargo.

En esta noche, como nunca, me encuentro solo.
Los he buscado, madre, hermanos,
más allá de los horizontes donde dejan su trajín las nubes,
más allá de los aminos donde vive la noche.

En esta noche me inclino
sobre la dura mesa de mi destino
y no sé si lloro o me quedo sin alma.

lunes, 27 de abril de 2009

ESTAMPA: Los fotógrados de plaza

Por Jorge Chávez Silva
Pocos provincianos pudimos sustraernos a la mágica atracción de los fotógrafos del trípode, la ollita de ácidos, la manga oscura que simulaba el cuarto oscuro y el panel de estampas coloreadas a la mano donde figuraban otros provincianos entre corazones y volutas, perennizándose en una fotografía para recordar su paso por la capital.
¡Ah, el fotógrafo de las plazas de antaño, que ayudaba a matar distancias y el tiempo que pasaba!
¡Cuanta magia había en ese misterioso individuo de bigote pulcro que, tras hacernos posar, nos decía "sonrían al pajarito" mientras destapaba ágilmente la lente de la cámara, la ponía un instante en su estómago y luego la cubría de nuevo! Al cabo de unos instantes en que desaparecía oculto por la manga nos entregaba una fotografía gruesa y húmeda en blanco y negro que tenía además el tino de ratificar nuestra condición de provincianos, captándonos y subrayándonos un aire de no sé qué, un aire de ingenuidad, digamos.
Con el paso del tiempo se fueron modernizando, algunos se hicieron con modernas Polaroid, otros con otro tipo de cámaras, y nos pedían nuestra dirección para hacer la entrega. Hoy toda esa modernidad de hace veinte, treinta años, son minúsculos dinosaurios, pequeñas piezas de museo. La modernidad vertiginosa de nuestros días los ha extinguido. Con las nuevas cámaras digitales,y su facilidad de manejo, ahora cualquier hijo de vecino, incluso los más provincianos, se aventura, cámara en ristre, por todos los rincones de la ciudad.
Esto no impide que los recuerdos sigan allí, a veces prendido en la ingenua pose o en los desvaídos colores que nos dejó un día el fotógrafo de plaza.


Celendinos en la plaza de Lima, con escritor delante.

Fíjense si no es así. En esta curiosa fotografía de 1967 figuran, en la Plaza de Armas de Lima, cuatro celendinos posando con el fondo de la barroca catedral. De izquierda a derecha, se puede ver al pintor, y también escritor, Jorge A. Chávez Silva, “Charro”, la su tía, la señora Esperanza Chávez Pereyra, y a su primo Pepe Mori Chávez, que por entonces estudiaba en la escuela de guardias. Delante, el niño, gordito y rubicundo, es nada menos que el escritor José Manuel de Piérola Chávez, el benjamín de la señora Esperanza, quien entre sus hijos mayores tiene también al escritor renombrado Alfredo Pita. Allí está el pequeño José, el pequeño provinciano posando muy serio, tal vez ya soñando con escribir un día grandes historias. Sus novelas Un beso de invierno, Shatranj, El Camino de regreso, sus cuentos de Sur y Norte, o En el vientre de la noche, o Lápices, lo han hecho no sólo ganador de premios internacionales y nacionales de literatura sino también lo han erigido en un orgullo para los celendinos.



lunes, 20 de abril de 2009

POESIA: Manuel Sánchez Aliaga

Mime es un poeta honesto y comprometido. Maestro de vocación, postergó el ansia infinita de poesía que lleva dentro, por el servicio a la niñez y juventud celendinas. Concluido su ministerio, ha vuelto los ojos a los versos que brotan espontáneos de su corazón y nos regala estos hermosos poemas que pronto publicará bajo el título de "Balbuceos poéticos".
Creemos que la modestia de Manuel es infundada por la calidad y filosofía de sus versos. Esta y otras poesías las iremos publicando en entregas posteriores.
Celendín es tierra de poetas y pintores. Mime, poeta de estirpe y de profundo amor por nuestra tierra, es una prueba fehaciente de ello. (NdlR)


"La corona roja de tus tejas" Foto Charro.
AL EDEN
A las seis de la mañana en San Isidro
tendido en la alfombra de esperanza que allí crece
contemplo la planicie de mi pueblo,
la corona roja de sus tejas.

En medio de tus calles empedradas
corriendo cantarinas las acequias,
relucientes parede encaladas,
la esmeralda envidiable de tus huertos,
mi perdida niñez siempre te recuerda.

Sus jirones rectos simulan un tablero
de ajedres es decir de sus hijos;
de peruanos y extranjeros visitantes
que repiten su regreso con presteza
cuando al fin te conocen, suelo mío.

El celeste inmenso de tu cielo
con una que otra nube peregrina en el verano
han hecho exclamar en loa tuya a los admirados ojos de la gente
¡El azul de este cielo es del Edén!
Celendín, eso es cierto.
Y te digo orgulloso,
eres más:
¡El Edén entero, siempre serás tú!

El Gelig imponente enfrente mío
de sensuales curvas en su cima
me hace anhelar el transponerlo
e ir a refrescarme al Marañón.

Alejarme de tí nunca quisiera
Celendín adorado, patria mía,
y dormir el sueño eterno en tus entrañas
es la única ilusión
de este poeta aprendiz
que no atina hoy a cantarte
como te mereces y él quisiera.

lunes, 13 de abril de 2009

LITERATURA: Celendín y sus escritores

ABRIL: MES DE LAS LETRAS
NARRADORES Y POETAS CELENDINOS
Por Jorge Horna
Los poetas y narradores mayores de nuestra patria en este mes de la Letras están siendo homenajeados en diversos medios, al rememorar la valoración de su escritura que ha trascendido las fronteras del país. La nómina es extensa, como intenso es el reconocimiento que les debemos por haber fundado la tradición literaria nacional, por la que han caminado y caminan las posteriores generaciones de escritores.
Nuestro tributo también en este mes a los escritores de la tierra nativa, Celendín, que lograron la aventura de publicar libros. Entre los narradores, el pionero es Alfonso Peláez Bazán, que nació en el distrito de Celendín.
Le siguen Jorge Díaz Herrera (Huacapampa – José Gálvez), los sucreños Gregorio Díaz Izquierdo y Gutemberg Aliaga Zegarra. En el distrito de Celendín nacieron Alfredo Pita, Mario Peláez Bazán, José de Piérola Chávez, Elmer Chávez Silva, Arquímedes Chávez Sánchez.
En dramaturgia resalta con luz propia Gregor Díaz Díaz (Huacapampa – José Gálvez)
Y, quienes esporádicamente alcanzan a revistas celendinas sus cuentos: José Luis Aliaga Pereyra (Sucre) y los celendinos Jorge Chávez Silva, Manuel Sánchez Aliaga y Franz Sánchez Cueva.
Es la poesía el género que más cultores tiene la provincia de Celendín. Menciono a los que han publicado libros. A saber:
Nazario Chávez Aliaga (Sucre), Julio Garrido Malaver (Celendín), Armando Bazán (Celendín), Jorge Wilson Izquierdo (Celendín), Irene Pereyra de Vásquez (Celendín), Vidal Villanueva (Sorochuco), Antonieta Inga del Cuadro (Celendín), Bonifacio Mariñas Casahuamán (Sucre), Marco Sánchez Rojas (Celendín), José Pereyra Abanto (Oxamarca), Máximo Chávez Sánchez (Sucre), Jorge Horna (Celendín), Gualberto Cruzado (Oxamarca) y Juvenal Vilela (Oxamarca).
Otros poetas que publicaron sus creaciones en revistas, y cuya poética es destacable, son:
Pedro Ortiz Montoya (Celendín), Vicenta Bazán de Araujo (Celendín), David Sánchez Infante (Sorochuco), Pedro García Escalante (Huacapampa- José Gálvez),
Marcial Silva Pinedo (Celendín), Juan Tejada Sánchez (Celendín), Elba del Carpio Merino (Celendín), Oscar Zevallos Marín (Celendín), Manuel Sánchez Aliaga (Celendín).

domingo, 5 de abril de 2009

POESÍA: El mirador

En la revista BICENTENARIO, publicada en diciembre de 2002 con motivo de la conmemoración por los 200 años de la fundación de Celendín, apareció un poema de la profesora Elba del Carpio Merino con el título de "El Mirador". En ese entonces nuestra colina San Isidro todavía guardaba gran parte de su natural esplendor. Elba del Carpio versificó y compuso su poema inspirada, precisamente, en el auténtico mirador natural que fue aquella colina, antes de que se le desfigurara y ridiculizara totalmente por la irresponsable y criminal mano edil y por la indiferencia ciudadana de todos nosotros.

Al fondo, apacible colina San Isidro. Paisaje natural y cultural que debió y debe conservarse intangible (Foto Cortesía de “Jelig” PARTA – 56).


EL MIRADOR
Por Elba del Carpio Merino

He subido a San Isidro
tu cerrito atisbador
y desde allí yo contemplo
tu paisaje encantador.

Chacras cual libros abiertos
mensajes de labrador
de eucaliptos escoltados
de pencas y ruiseñor.

Hileras de blancas casas
con romántico balcón
ponchadas de rojos techos,
y de humeante fogón.

Dentro de cada casita
adivino, hay un corrillo
de mujeres que trenzando
sombrero, charlan y ríen.

Por las calles menudean
pasito delator
en busca de rico queso
de chocolate y de pan.

Ya batido el chocolate
de espuma multicolor
suenan los jarros,
y a un lado
se da paso al saborear.

Y yo, bajo saboreando
del paisaje el suave olor,
y un manto de luna baña
a Celendín con amor.