martes, 29 de enero de 2008

GREGOR DÍAZ, UN DRAMATURGO CELENDINO

Por: Jorge Horna

Gregor Díaz (Celendín, 1933 – Lima, 2001) es un autor celendino, cuya dramaturgia continúa interesando a directores, actores y actrices y a muchos cultores del teatro peruano. Ese sentir ha sido manifestado, por ejemplo, por Sara Joffré, infatigable mujer y gran directora teatral que en setiembre del 2004 presentó “El buzón y el aire” de G.D. en el auditorio de la Biblioteca Nacional. Asimismo María Teresa Zúñiga, activa y destacada dramaturga, quien reside en la ciudad de Huancayo, ha señalado en una entrevista: “…el haber leído a Gregor Díaz me ha dado el respaldo necesario para mi dramaturgia.”

En el mes de junio del 2005 tuve la fortuna de asistir a la presentación de la obra “Sitio al sitio” de G.D. en la sala de la Asociación de Artistas Aficionados (AAA). Antes de la función, de manera espontánea y casual, converso con uno de los actores, Martín Medina, quien expresa su intensa admiración por la obra completa de este escritor, por el abordaje de sucesos de la vida real que conmueven al espectador por su gran atmósfera social.

Iniciado el espectáculo, el grupo de teatro Renacer entra en acción. “Sitio al sitio” refiere a los seres marginados de la urbe, y que sobreviven asediados por la violencia cotidiana y el abuso del corrupto poder establecido.

Polleque y Lechuza son dos jovenzuelos que tienen como lugar de “trabajo” la calle, vigilando vehículos estacionados. La tensión se hace palpable cuando ellos son testigos constantes de la vorágine de grupos juveniles callejeros que se agraden mútuamente y con ferocidad. Polleque y Lechuza viven el espanto y el peligro permanente. Pero aparece otro asedio aún más grave: el maltrato sobre ellos por el policía que amenazante y prepotente los conmina a que se desplacen a “otro sitio”; la actitud matonesca humilla a los dos muchachos; el poder ofensivo e inhumano.

Entra en escena Cri- Cri, una joven prostituta que merodea por las calles ejerciendo “su oficio”. Ella se familiariza con los dos jovenzuelos, es la fraternidad ante el infortunio y el sufrimiento. Cri-Cri para lograr sobrevivir en el infierno de la calle, soborna al policía, quien le exige una especie de “cupos”.

Cri-Cri monologa y trae al presente el trayecto de su existencia: hija de una familia empobrecida; sus aspiraciones y deseos de haber querido obtener una profesión; la frustración por su pobreza… Ella al final dice: “me gradué de puta”. Pero en su relación amical con Polleque y Lechuza evidencia su sinceridad y ternura, su amor fraterno, casi maternal. La precariedad y su difícil situación no logran dehumanizarla.

Hay otro personaje: Ganzúa, un delincuente ladronzuelo, extorsionador, que ha sido envilecido; descarga su furia contra los más débiles.

Lechuza y Polleque también, a su momento debido, hacen monólogos de su procedencia familiar, de marginación, abandono y miseria material.

La obra está colmada de acciones de la lucha diaria por la sobrevivencia de los seres más débiles de la sociedad, y el desamparo al que los ha condenado el sistema dominante. Sin embargo, así ofendidos, humillados, no renuncian - como ellos mismos lo manifiestan- a continuar siendo seres humanos.

Cómo no sentirnos orgullosos de nuestro gran Gregor Díaz, quien en todas sus obras hace vibrar la denuncia, su protesta y su sensible solidaridad con los marginados y desposeídos, producto de una sociedad decadente, y en su esperanza de un cambio hacia la humanización y la justicia social.

jueves, 24 de enero de 2008

POLEMICA: Gutiérrez y la narrativa peruana actual

Fuente: Perú.21
Fecha: 29 de junio 2005


Uso de la Palabra: Encuentro en Madrid

Por Miguel Gutiérrez

(En el Encuentro de Narradores Peruanos realizado en Madrid -en mayo de 2005- se enfrentaron, según el autor, el grupo de narradores peruanos que controla algunos medios de comunicación y los escritores del mundo andino).

Uno de los aspectos más meritorios del reciente Encuentro de Narradores Peruanos que se celebró en Madrid del 23 al 27 de mayo de los corrientes (25 años de narrativa en el Perú, 1980-2005) fue la amplitud de su convocatoria debido al espíritu abierto y democrático de sus organizadores, entre los que destacan los narradores Mario Suárez Simich, Jorge Eduardo Benavides y la entusiasta peruanista de nacionalidad española María Ángeles.

Los escritores Alfredo Pita y Jorge Díaz Herrera en las alturas de Cumullca

En los pocos eventos de este tipo a los que he asistido a lo largo de mi vida, casi siempre se trató de convocatorias parciales, más exactamente de amigos de los grupos hegemónicos que dirigen la cultura peruana o de grupos vinculados por aspiraciones regionales o por concepciones ideológicas comunes. Pese a algunas ausencias (por situaciones ajenas a la convocatoria misma), entre mujeres y hombres de los más diversos credos artísticos, procedentes de todas las regiones del Perú y de Estados Unidos y Europa, fueron más de 40 los escritores que se reunieron en Madrid confiriendo representatividad al encuentro.
El acto inaugural corrió a cargo de Mario Vargas Llosa, y las sesiones y debates tuvieron lugar en el espléndido local de la Casa de América. Las ponencias se establecieron sobre la base del carácter pluricultural y multilingüe de la sociedad peruana y de la heterogeneidad de sus literaturas. Como suele ocurrir, las calidades de las ponencias fueron diversas, pero de ninguna manera, sin faltar a la verdad, se les puede calificar de "pobres", como lo ha hecho algún escritor que justamente no contribuyó con ninguna ponencia y se limitó a presentar su novela más reciente.
En mi primera intervención ofrecí un panorama de la narrativa peruana en el período elegido. Por razones de tiempo hice una lectura demasiado parcial de un texto cuya exposición me hubiera demandado alrededor de 50 minutos. Mi propósito fue mostrar de la manera más objetiva (absteniéndome de toda opinión) de lo que realmente se ha escrito y publicado en el Perú y en el extranjero en los últimos 25 años.
Aunque el buen momento por el que atraviesa la narrativa peruana es el resultado conjunto de todas las generaciones vigentes (incluyendo el considerable aporte de poetas que han incursionado en la narrativa), me ocupé principalmente de la producción de las "generaciones" de los 80 y 90, conformadas por hombres y mujeres de las diferentes regiones del Perú. Así, para referirme a una sola generación, conforman la "gente" del 80 Jara, Cueto, Mariella Sala, Zorrilla, Tamayo San Román, Siu Kam Wen, Giovanna Pollarolo, Choy, Niño de Guzmán, Schwalb Tola, Aída Balta, Pilar Dughi, Castro, Guevara Paredes, Leyla Bartet, Suárez Simich, Nieto Degregori, Viviana Mellet, Malca, Iwasaski Cauti, María T. Ruiz Rosas, Ninapayta, Valenzuela.Asimismo consideré a escritores que cabalgan entre dos generaciones, como Colchado (Ancash), Ampuero (Lima), Cardich (Huanuco), Rosas Paravicino (Cuzco) o Panaifo Texeira (nacido en la Amazonía), o a Bellatín (nacido en México) y Herrera (Arequipa), situados en la "generación" del 90, pero que publicaron sus primeros libros en la década anterior.
Si los escritores de los 80 empezaron a publicar bajo el impacto de la guerra interna, los jóvenes de los 90, que eran niños o adolescentes en los momentos más duros de la guerra, iniciaron su producción cuando en la situación mundial se habían producido cambios sustantivos, como el desmembramiento de la URSS y la instauración hegemónica en el mundo de la política y el pensamiento neoliberales (son los días de gloria del señor Fukuyama), mientras en el orden interno se produce la derrota de Sendero y el MRTA y se impone el fujimorato. Existe, es verdad, una cierta estética minimalista que vincula a ambas generaciones, pero existen también entre ellas marcadas (y en algunos casos, radicales) diferencias. Más allá de la búsqueda de una escritura propia, los del 80 continúan la tradición de la narrativa anterior y creen y apuestan por valores como los de la justicia y solidaridad humana, pero no desde una perspectiva ideológico-política, sino humanística. En cambio, los del 90, por lo menos en sus posiciones más extremas, niegan la tradición narrativa, rechazan el realismo, postulan una poética centrada en el yo y en los universos privados, a la vez que abogan por el absoluto descompromiso social y el apoliticismo, si bien su filo político implícito (con resonancias del pensamiento conservador vargasllosiano) se manifiesta en su beligerancia frente a todo aquello que suene a socialismo o a valores comunitarios.
Por razones de espacio no puedo referirme a la riqueza y diversidad que caracteriza a nuestra narrativa última, como lo demuestra la variedad de líneas creativas, una gran apertura temática y la búsqueda y práctica de nuevos géneros. Por eso me excuso por perder estas últimas líneas para esclarecer un supuesto problema que suscitó mi discurso de clausura del encuentro. Dejando de lado lo anecdótico, el malentendido tuvo que ver con la relación del grupo hegemónico que domina los medios de comunicación y los narradores del mundo andino. Aunque sobre ambos temas he publicado libros y ensayos, he dictado conferencias y concedido entrevistas en los últimos quince años (con planteamientos que sigo manteniendo y a los cuales remito a los interesados), para evitar intentos de manipulación o interpretaciones torcidas sintetizaré aquí mis posiciones.
En mi novela Poderes secretos llamé "secta garcilacista" a lo que comúnmente se conoce "como argollas" o "mafias" que controlan lo que antes se llamaba "la cultura oficial". En el campo literario este grupo entró en crisis durante el velascato, se replegó en los años de la guerra interna y con nuevos rostros (y algún sobreviviente), en una suerte de cruzada neocarlista recuperó su poder durante el fujimorato y en las condiciones de la derechización del mundo. Que la secta mantiene su poder lo prueban los despachos y crónicas desinformantes (publicados en los medios que ella controla) sobre el desarrollo del encuentro. ¿Son malos escritores? No, no lo son. Pero tampoco son notables escritores que hayan escrito libros verdaderamente memorables. Y menos existe un escritor genial, como se alucina el tonto de la secta.
Uno de los aspectos más importantes de la narrativa actual es el surgimiento de una nueva narrativa andina con autores de indudable valor. Es de conocimiento público que esta corriente es omitida por el grupo hegemónico en sus informes literarios, así como se margina o se minimiza a sus escritores más representativos. ¿Qué hacer frente a esta realidad? En primer lugar, dar al traste las lamentaciones y no pretender ser admitido en los medios que la secta domina, pues es probable que si se le tocan las puertas alguno podrá ser admitido, pero en condiciones de subordinación. No, lo que hay que hacer es persistir en la creación de calidad cada vez más rigurosa y desarrollar una campaña agresiva estableciendo y fundando espacios, revistas y editoriales alternativos pero muy acordes con la modernidad.
Sin embargo, algunas de sus tesis las considero profundamente erróneas, como aquella que sostiene que la narrativa andina represente la esencia de lo peruano y que la sola pertenencia a este mundo sea garantía de calidad. Como dijo el escritor Alfredo Pita, estoy por el desarrollo y esplendor de la narrativa andina. Mas, como en cualquier literatura, en la andina existen obras buenas, malas y mediocres, aunque tengo la seguridad que las buenas obras se impondrán pese a los boicots de la secta y su iconografía autoglorificadora. El Perú no es dual, es diverso y múltiple y en esto reside su posible esperanza.

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Publicado por Juan Víctor Alfaro en el blog PAPELES PARA LA HISTORIA, el 1/23/2008

miércoles, 16 de enero de 2008

REVISTA: Wayra, número 6

Ya se encuentra en circulación el número seis de Wayra, la revista semestral de artes y letras editada en Suecia por el “Grupo Perú” del Centro de Estudios y Trabajo “América Latina” (Cetal). Uno de los temas centrales de esta nueva entrega de Wayra es la obra de Manuel Scorza, quien es recordado a través del ensayo “Crónica y ficción en La guerra silenciosa, de Manuel Scorza”, de Juan González Soto, y del artículo “Cuando la tierra tiembla”, de Patricio Lennard. El número seis de Wayra incluye también otros ensayos igualmente interesantes como “Los cien años de El Perú Contemporáneo, de Francisco García Calderón”, de Osmar Gonzales, “El hibridismo (im)posible: El Pez de Oro, de Gamaliel Churata”, de Meritxell Hernando Marsal, “Ribeyro mujeres y desamor”, de Sara Beatriz Guardia, y “La poesía ‘en peruano’ de Róger Santiváñez”, de Julio León. Esta nueva edición de la revista trae además el poema “Para no ver un asesinato en la calle o que sueñen con un santo (asalto) llamado poesía”, de Salomón Valderrama Cruz, el cuento “La vida no vale nada”, de Mario Guevara Paredes, y la crónica “El 12 de octubre, ¿Día de la Raza”, de Víctor Montoya. Por último, el número seis de Wayra cierra con los comentarios “Sobre los cuentos de Morituri, de Alfredo Pita”, de Dámaso Vicente Blanco, y “Una ventana hacia adentro”, de Andrea Cabel.

Carátula de Wayra, No 6

Las personas e instituciones que quieran suscribirse, adquirir ejemplares sueltos, iniciar intercambio de publicaciones, enviar alguna colaboración o realizar cualquier tipo de consulta pueden dirigirse al editor de Wayra:

Carlos Arroyo Reyes
Bernadottestigen 19 D
756 48 Uppsala – Suecia
E-mail: carlos.arroyoreyes@telia.com

lunes, 14 de enero de 2008

POESIA: Antonieta Inga del Cuadro.

Doña María del Cuadro, madre de nuestra poetisa, falleció en octubre de 1996, en Lima. De su unión con don Gustavo Inga tuvo seis hijas, a cual más bellas. Ella inspira estos sentidos versos de Antonieta, que revelan el intenso amor por su progenitora. (N. de R.)



ODA A MI MADRE

Así te hizo tu tiempo
siempre deseado
para vivirlo contigo.

A pura sonrisa te abriste paso
entre las mil olas
que se disputaban
tu corazón desconocido.

Anclada en mar ajeno
buscando tu adolescencia
tu niñez, tu juventud
múltiple buscadora de vida,
las estrellas no te bastan
los años no te conocen
la ternura no te entiende.

Innúmera
mar y fondo
perla y lágrima
ola entre olas.

Pétalo entre rosas
no resistes el rocío.

Conoces los huracanes y
te asustas con la brisa
siendo ola, el mar ajeno;
siendo hoja,
ajena al viento.

¡La gran ausente
por estarse distribuida
en todos los rincones!

miércoles, 2 de enero de 2008

POESIA: Jorge Horna Chávez

ASTILLA RUPESTRE

Aprendiz soy en el astillero
de la música del mar

En la escuela de los puertos
artesano entre pedernales.

En las redes del encanto
voy por laberintos
ensayando olas
trazos de luz

Perdidos en las travesías
los eslabones de fuego
se ahogan en los faros.

Aprendiz soy en la vida
y permaneceré con mi oficio
escuchando
la firme voz de los niños
astillas vivas de nuestra sangre.