domingo, 4 de octubre de 2009

HALLAZGO: Manuscrito de Manuel P. Zegarra

LOS SUEÑOS DE TEÓFILA
Por Jorge Horna
Dentro del panorama de escritores celendinos el nombre de Manuel P. Zegarra siempre sale a flote solamente como un referente junto a su obra Sueños de Teófila.
Hace más de una década indagando sobre estos asuntos conversé en Celendín con Manuel Sánchez Aliaga, y me informó en ese sentido, pero me refirió que el nombre del autor aludido era Manuel Pasión Zegarra. También en algunas revistas celendinas hay sólo datos nominativos sobre él y el título de su libro.
Ha sido el doctor celendino César Muñóz Sánchez, quien hurgando con avidez literaria en archivos personales de su difunta madre, la profesora doña Luisa Sánchez Horna, ha hallado el manuscrito original de Sueños de Teófila. Me ha mostrado el texto caligrafiado de puño y letra de Manuel P. Zegarra que consta de cincuenta páginas escritas en un cuaderno escolar.


En la primera página está el siguiente título: Sueños de Teófila o Las Noches de una Virgen, por Manuel P. Zegarra, fechado en la ciudad oriental de Iquitos el año 1907. La siguiente página contiene una extensa dedicatoria al señor Manuel Hernández Torres. Luego una nota introductoria del autor subtitulada: Al Público. A continuación otra breve dedicatoria: La noche del Éxtasis, y firma por el autor.
Después viene el contenido textual de la obra.
Manuel P. Zegarra expresa una acendrada nostalgia abordando los caminos de una visión romántica de la vida. Su escritura esta colmada de los elementos de la naturaleza que, por el lugar donde fue concebida (la selva) tiene una atmósfera densa, pero a la vez plena de motivaciones y deslumbramientos.
Hay pasajes del manuscrito en los que el autor de Sueños de Teófila recurre a las alusiones divinas y místicas de la religión para reflexionar sobre el amor terrestre a la amada.
Como una primicia y para conocimiento de nuestros lectores que tienen interés por la literatura o la lucha por alcanzar la belleza a través de la palabra, entregamos la transcripción una de las primeras páginas del manuscrito:


La Sonrisa
Es la hora del crepúsculo vespertino.
Contemplemos el quebranto universal.
Las omnisencias se visten de azul, las profundidades se ennegrecen, todo el rubor de la naturaleza se concentra en la faz de occidente.

El océano ya no tiene su rugido, el viento ya no zumba como otras veces, la ola parece que suspira, el céfiro parece que canta.
Es el instante de la ternura de los elementos. Saturno y Eolo derraman en el espacio la estrofa de sus amores profundos.
El vuelo del aire es trémulo, el perfume de la flor es fugitivo, en las alas de (la esperanza) los pajarillos hay un pavor inocente, en las verdes hojas de los árboles hay una languidez desconocida.
En los colores de los objetos hay un no sé qué de desmayo, en los sones un no sé qué de delirio. En toda la tierra hay como si un ruido suave de dos alas que se cierran; en todo el cielo hay un velo que al silencio vago, se adelgaza.

En el reloj de la creación el golpe de esa hora es un suspiro, un suspiro de éxtasis o de alma cautiva en arrobamiento.

Es la hora de la melancolía porque todo es pálido, es la hora de la poesía porque todo es vago, es la hora del corazón porque todo es digno de recuerdo; es la hora del alma porque todo se asilencia. (…)

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Acotación: Si algún lector o lectora conociese los datos biográficos de don Manuel P. (Pasión) Zegarra agradeceríamos inmensamente enviarlo al correo que se indica. El propósito es valorar la producción literaria de los celendinos de todos los tiempos.

Jorge Horna
Mail: jornach@hotmail.com

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