martes, 10 de junio de 2008

CARTAS: Alfredo Pita a Jorge Horna

Con Alfredo Pita Chávez fuimos alumnos de los primeros grados de primaria y compartimos la misma carpeta, allá por el año 1956, en la Escuela estatal No. 877, que tenía sólo dos secciones (Transición y Primer año). Don Hernando Velásquez desempeñaba como director y profesor de aula; nuestra maestra se llamaba Bertha y la escuela funcionaba en la casa del señor Uladislao Silva, ubicada en la Plaza de Armas. Luego, en la Escuela No.81, Alfredo continuó la primaria, yo lo hice en la Escuela No. 85. Después de esa fugaz etapa, nos hemos contactado a través de Internet al cabo de 51 años, en el fragor de los quehaceres culturales y literarios. En estas instancias del trayecto, Alfredo es un periodista y escritor reconocido y galardonado por la crítica nacional y extranjera. Jorge Antonio Chávez Silva fue el nexo feliz para ese reencuentro epistolar. A petición expresa de Celendín Pueblo Mágico, alcanzo esta carta que Alfredo Pita me envió desde Francia, en respuesta a una misiva mía. (Jorge Horna).

Alfredo, Carito y el escritor Jorge Pereyra en palco (2007)

Jorge, viejo amigo de aquellos días aurorales:
Disculpa la tardanza de esta respuesta. Mi vida es complicada, hecha de horarios difíciles y de viajes. Pero bueno, aquí estoy, para estrecharte la mano después de tantos años.
Así que fuimos condiscípulos y compañeros de carpeta en Transición, en la escuela de don Hernando, en la plaza de armas, me parece. Recuerdo vagamente el aula, la página en que hacía mis palotes, el olor de los lápices, que ya por entonces me fascinaba.
No recuerdo tu rostro, pero sé, viendo tus fotos de adulto, que anduvimos juntos en aquellas mañanas en que apenas nos asomábamos a la vida. Recuerdo en particular una mañana en que nuestra maestra se había ausentado, dejándonos con algún deber, supongo. Motivado por algún comentario, subí, no sé cómo, hasta la pequeña ventana que daba al traspatio. Allí estaba ella, en brazos del que luego sería su esposo. Tiempo después de casarse, al dar a luz, ella murió.
Como ves, son pocos los recuerdos, pero son. Están allí, brillando, tenues, como pequeñas pero sólidas piedras en los cimientos de mi mundo interior.
Me alegro de que ahora nos reencontremos, de que estemos participando con la energía que nos da la experiencia y el conocimiento, más que la nostalgia, en la lucha para salvar lo que sea posible de la vieja ciudad. Creo que tus esfuerzos, junto a los de Jorge Antonio y el resto de colaboradores de CPM, son muy importante en este campo.
He leído, además, tu poesía y me gusta mucho. Publica más en Espina de Maram, para alentar a los jóvenes poetas de la tierra a hacer lo mismo.
Es muy importante también lo que haces para rescatar los flecos documentales de nuestro pasado literario y cultural. Leí tu informe sobre la literatura de la provincia, publicado por la Revista Peruana de Literatura, del amigo Ricardo Virhues. Me pareció muy valioso, interesante y abarcador.
Lo debes haber escrito limitado por las exigencias de espacio propias de una revista, pero tienes allí una buena base para ahondar el estudio, para hablar más detenidamente de los autores y las obras. Te faltó mencionar a Jorge Chávez Silva, que además de ser un buen pintor es un estupendo narrador cuando se lo propone, en especial cuando se pone memorioso y trata temas de la vida del pueblo de entonces o de su nutrida experiencia de maestro.
Espero que estemos siempre en contacto. Es importante que consolidemos el equipo para las batallas que se vienen y en torno a la preocupación común: Celendín y su futuro.
Un gran abrazo y hasta pronto,

Alfredo

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