viernes, 7 de diciembre de 2007

POESÍA:: Antonieta Inga del Cuadro: "Otra armonía todo"

Palabras liminares

La poesía de Antonieta Inga del Cuadro hubo de publicarse en libro hace mucho tiempo. Los originales de su poemario fueron auscultados - y valorados- por expertos en materia literaria como el que fuera persistente editor de “Haraui”, el maestro Francisco Carrillo Espejo, por el poeta y crítico Washington Delgado y, antes, por el legendario librero, editor y siempre amante de la Letras, don Juan Mejía Baca. Circunstancias diversas no hicieron posible la realización de aquel proyecto.

Transcurrido el tiempo, hoy fluyen en Otra Armonía Todo sus textos como un caudal de palabras nunca dichas desde una incorpórea lejanía y rozan los territorios del alma en solemnes tardes/ permeables/ a la claridad/ del silencio/ y al calor humano/ de la ausencia.

Antonieta es una mujer sencilla, llena de franqueza y de honda sensibilidad. Y no es precisamente que ambos tengamos similares inquietudes literarias lo que me liga a su obra y la resalte, sino lo que prima es la calidad de su poesía. Así, hablando concretamente de su producción poética, ella se expresa con el trazo que le es natural: la reflexión, la ternura, la confidencia, el amor, su filosofar acerca de la vida; elementos presentes en todos sus poemas. Lo armónico se hace evidente en su genuina percepción del mundo interior, sin alejarse de lo lírico, es decir su espíritu de canto y melodía magníficamente tangibles, conduce su poesía con un lenguaje simple, y de ese modo la autora nos alcanza versos para colorear el silencio con los rayos más distantes/ (que) ya son futuros ebrios de recuerdos.

Con sobriedad da paso sólo a lo vivido, sufrido y decantado, así como la profunda y fina afectividad filial, anclada en su sensible ser, todo ello en pos de la belleza y de su propia identidad. La vida y su símbolo que redime acechos y desesperanzas, que a menudo otean el trayecto existencial; sin embargo no se desliza por cauces melodramáticos. Expresa con lealtad a la imagen paterna, a los recuerdos del hogar, con tono sensato y verso conciso.

La poesía de Antonieta Inga medita, se confiesa con solemnidad, con cotidiana actitud. Es una auténtica poeta por sus propias vivencias y estilo, a quien las fraternidades y audiencias se le aproximan espontáneamente.

(Jorge Horna)

Antonieta Inga del Cuadro (Celendín, 1939). Hizo su educación primaria en la escuela No. 82 (hoy 83009) y secundaria en el colegio nacional Javier Prado (Juan Basilio Cortegana) de su tierra natal.

En la Universidad Nacional de San Marcos se graduó en las especialidades de Educación, Literatura y Lingüística.

Por sus propios méritos obtuvo becas de estudio para realizar perfeccionamientos y post-grados en Lingüística en Colombia (1964), Uruguay (1966), Puerto Rico (1971), España (1973) y República Dominicana (1984).

Ejerció la docencia universitaria como Profesora Principal a dedicación exclusiva en el Departamento de Lingüística de la Facultad de Letras de San Marcos.

Fue una de las gestoras que apoyó a los profesores bilingües para la creación de la Escuela Normal de Pucallpa.

Colaboradora con artículos de crítica literaria en la revista Oiga y el diario La Prensa.

Sus poemas han aparecido en las revistas Haraui, Trotamundos y Jelij. Actualmente realiza labores como correctora de estilo.

Su libro Otra Armonía Todo contiene una selección de los más de doscientos poemas de su producción.

A CONTINUACIÓN UNA MUESTRA DE SU POESÍA:


II

Tengo la pequeña ilusión

de que los árboles nos sigan

con su pedazo de cielo

de que el mar

nos sorprenda en todas partes

y las alas del corazón

se batan siempre para ver

en el mar el mar

en el cielo el cielo

y en la raíz la tierra.


IV

Una planta, un libro

se agigantan.

Una gran soledad

los alimenta

Y a ti, soledad

¿quién te sustenta?


IX

Casa paterna

No volveré a hacerte mía

no te haré mía de nuevo

no he de verte con tu luz despoblada

con tu patio hecho tumba de mis sueños

de retorno, con tus altas paredes

de tristeza, con tus lares familiares

a mi pena, con tus puertas de manos

invisibles, con tu postigo oscuro

con tu lluvia de matices afectivos

con tu calle perteneciente a mis edades

con mi edad ajena a la historia

de mis pasos siempre llegaderos,

sin tu calor de lámpara votiva,

con tus escalones ya temidos por tus sombras

donde se pudo tropezar sin culpa,

con tu número nunca aprendido

(innecesario a mis llegadas de memoria)

Con tu suelo cubierto de rodillas

y de gotas cristalinas de sudor histórico

Con tus sillas calentadas por el sol

y por la ausencia de tus rincones

expertos en sorpresas de humanas dimensiones

por las risas que subirán a tus balcones

por las soledades innúmeras que terminarán

hollando tus adobes hasta hacerla

una inmensa tumba donde cabremos

todos.


A mi padre

Mis palabras tendrán que ponerse

añosas

para poder visitar

tus heredades

Te vivo desde siempre

pero no puedo llegar

a tus océanos

Inmensos hoy

ríos ayer

náufrago entonces

bote a la deriva

capitán y marinero

balsa en torbellino

alma a la intemperie

orilla de todos los mares

Aquí,

en tu silenciar,

empieza el griterío

de todas las aguas.


XL

Y sé amarte

de verdad

Pues aquí

en mi verticalidad

más ínfinita

te defiendo

de los otros,

de ti

Y de mi misma

Para que puedas

pasearte libremente

Como sé que tú quisieras

Como eres

Libremente.


LXV

Cuando me pierdo

en mis lejanías

una estancia

obligada

eres tú.

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