sábado, 18 de diciembre de 2010

POESIA:La obra inédita de Juan Tejada Sánchez (Juatesán)

Por Jorge Horna

Indagaciones
Después de todo, el tiempo tornado en esperanza se hace generoso inesperadamente. Tenía la convicción de que Juan Tejada Sánchez tenía inédita su poesía, y felizmente ésta ha sido guardada con comprensible reserva por sus familiares, después del deceso del poeta ocurrido en 1981.

La familia de Juan Tejada Sánchez (Juatesán). Nuestro poeta es el último de los sentados de izquierda a derecha.

Sólo uno o dos textos poéticos fueron publicados en la revista Marañón por el año 1971, cuando Juan aún vivía en Celendín. Después de su fallecimiento en la revista Jelij aparecieron otros dos poemas. A estas señales siguió un silencio prolongado. Hace dos años conversé por teléfono con Ramón Tejada (sobrino del vate), pero no conseguí tener acceso a datos sobre la producción literaria de Juatesán.
En el mes de noviembre de 2010 redacté una breve nota con el exiguo material que se conoce sobre Juan, para ser publicada en el blog Chungo y Batan; a la vez ese texto envié al correo de Ramón. A los pocos días recibo, vía Internet, la semblanza biográfica (resulta que Sorochuco es su cuna legítima) y cincuenta poemas inéditos, enviados desde Canadá por su hermano Joel Tejada.
De este modo me tomo la licencia de considerarme, por azar circunstancial, depositario privilegiado del legado literario del romántico poeta.

Su poesía
Juan Tejada Sánchez se reafirma como poeta tras las huellas de Gabriela Mistral y César Vallejo; aparecen también en sus textos reflejos becquerianos y rubenianos. Sus poemas amorosos están horadados por las ausencias y lejanías. En ese proceso busca apaciguar su dolor y soledad desbordando el cielo, la tierra y el agua. Apego a la naturaleza y su abierta defensa, un espacio en el que el poeta erige la belleza de su palabra. Qué diría él, en estos tiempos contemporáneos de gélidas actitudes humanas, ante el avasallamiento causado por la codicia de las explotaciones mineras, que amasan fortunas sin tener en cuenta la desfiguración del paisaje y el arrasamiento de la tierra, o de la vida, que es lo mismo.
Es por eso que su poesía está repleta de esplendores, de la nobleza enternecedora de los caminos, piedras y rocas, que abrigan la fugacidad de la existencia humana. En el viento y las frescas sombras halla el mensaje escondido para entregarnos su soledad lacerante.

Quisiera ser nube/ para enredarme/ en las trenzas rubias/ del sol./ Quisiera ser noche/ para dormirme/ sobre la mitad del mundo/ y menguar su dolor./ Quisiera ser luna/ de palidez mortal/ para que los que me miran sepan/ que tengo helado el corazón./ Quisiera ser música en el viento/ azul en la campana muda de la tarde/ torre de marfil en la alba/ constelación de gaviotas sobre el mar./ Pero en mi locura de vivir comprendo/ que sólo soy una estatua de barro/ que sólo tengo corazón.

Además, es en la mujer amada que halla el bálsamo que hace posible que Juan Tejada nos alcance su lirismo puro, su canto afectuoso a la vida, su verso que no es reclamo, sino musicalidad esparcida en la tierra.

(…) Sembradora de estrellas,/ recuesta la noche en mis pupilas,/ Pastora de mis penas,/ hunde en la tierra mi silencio…
(…) Eres raíz en el secreto de los surcos/ y sabia en los labios de la vida./ Y te amo…/ Y he de amarte/ hasta el abrazo del silencio/ con mi propia vida
(… ) La amaba porque traía en sus ojos/ la agonía del crepúsculo/ y los senderos de la noche./ Porque se durmió en una cabaña/ y despertó con clarines/ al llamado de la vida.

Otros poemas tienen como eje el profundo aprecio del poeta a los niños del campo. Juan fue maestro de escuela durante muchos años en el caserío rural de Poyunte, paraje próximo a la ciudad de Celendín. En el porvenir de esos niños descalzos y pobres, con una prédica cristiana sincera, ve la redención del mundo.

(…) Los niños descalzos/ han vuelto a la ronda;/ los claustros silentes/ remedan sus voces./ Cantando esta ronda/ con los niños pobres,/ en el costado abierto,/ palpita el amor.
(…) ¡Seguid cantando,/ niños descalzos,/ que pronto, muy pronto/ voy a dormirme sobre mi cruz!

Lima, 15 de diciembre de 2010

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