martes, 1 de abril de 2008

POESÍA: Abril, mes de las letras

El blog Espina de Maram se propone rendir homenaje en este otoñal abril a quienes con su pluma, su vida y sus sueños, nos legaron esencias que nutren nuestro pensamiento y espíritu, y nos impulsan a continuar en la lucha por la lectura.

CÉSAR ABRAHAM VALLEJO MENDOZA

Por Jorge Horna
El 15 de abril de 1938 fallece en París (Francia) el gran poeta universal, compatriota nuestro, César Vallejo, a la edad de 46 años.
Murió con la palabra en ristre hecha poesía, discurso comprometido con la sociedad, protagonista de los acontecimientos revolucionarios suscitados en su tiempo. Palabra y acción que lo dignifican como paradigma humano.
Mucha tinta sigue vertiéndose para abordar la vida y la obra de César Abraham Vallejo Mendoza.
Hay un hecho que marcó su sensible ser: cuando él en sus continuos retornos a Santiago de Chuco, donde nació el 16 de marzo de 1892, fue víctima de la infamia, acusado de la autoría intelectual del incendio que se produjo en la propiedad de uno de los acaudalados de la localidad santiagochuquina.
Sus perseguidores, a sabiendas de la inocencia del poeta, se empecinaron hasta confinarlo durante casi cuatro meses en la cárcel de Trujillo (noviembre de 1920). Cuando la preocupación y posterior presión de escritores trujillanos, limeños, puneños, chiclayanos; estudiantes universitarios y amigos se hizo sentir, entonces fue liberado (febrero 1921). Sin embargo, el tormento continuó.
Cuando Vallejo se traslada a Lima, fue “notificado” reiteradamente por el mismo aberrante asunto por la torpeza y sadismo de algún juececillo, pues el “caso” aún no se había cerrado. Esta es una de las razones que influyeron para que el poeta decidiera marcharse a Europa (1923). Incluso estando en Francia seguían aquellas “notificaciones”.
El Estado peruano, el Poder Judicial, tiene pendiente con César Vallejo, sus descendientes y la intelectualidad popular, las disculpas públicas.
En Europa César vallejo se desplaza por varios países: España, en distintos años, donde se adhiere a la lucha de los patriotas españoles republicanos que combatían con las ideas y las armas contra las hordas fascistas.
Lee y estudia las obras de Carlos Marx, abraza el socialismo, y en 1928 y 1929 viaja a Rusia, acompañado por su compañera Georgette Phillippart; en ese país es impactado por las grandes realizaciones del primigenio sistema socialista soviético. Escribe su obra “Reflexiones al pie del Kremlin”.
Fue en París donde el vate realizó la más intensa actividad literaria e intelectual. Dentro de su vasta producción (ensayos, artículos periodísticos, novelas, cuentos, dramas teatrales), cuatro son los poemarios en los que Vallejo expone su dolor, la angustia de la humanidad: “Los heraldos negros”, “Trilce”, “Poemas humanos”, “España aparte de mí este cáliz”.



M A S A

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: “No mueras, te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
“No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
Clamando: “Tanto amor y no poder nada contra la muerte!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: “¡Quédate hermano!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…
(De: “España aparta de mí este cáliz”)


Poema LXV
(Fragmento)

Madre, me voy mañana a Santiago,
a mojarme en tu bendición y en tu llanto.
Acomodando estoy mis desengaños y el rosado
de llaga de mis falsos trajines.

Me esperará tu arco de asombro,
las tonsuradas columnas de tus ansias
que se acaban la vida. Me esperará el patio,
el corredor de abajo con sus tondos y repulgos
de fiesta. Me esperará mi sillón ayo,
aquel buen quijarudo trasto de dinástico
cuero, que para no más rezongando a las nalgas
tataranietas, de correa a correuela.


Poema XVIII
(Fragmento)

Oh las cuatro paredes de la celda.
Ah las cuatro paredes albicantes
que sin remedio dan al mismo número.

Criadero de nervios, mala brecha,
por sus cuatro rincones cómo arranca
las diarias aherrojadas extremidades.

Amorosa llavera de innumerables llaves.
si estuvieras aquí, si vieras hasta
qué horas son cuatro estas paredes.
Contra ellas seríamos contigo, los dos,
más dos que nunca. Y ni lloraras,
di, libertadora!
(De: “Trilce”)


IDILIO MUERTO

Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: “Que frío hay… Jesús!”.
Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.
(De: “Los heraldos Negros”)


PIEDRA NEGRA SOBRE
UNA PIEDRA BLANCA

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París –y no me corro-
talvez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos…
(De: “Poemas humanos”)

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