jueves, 7 de febrero de 2008

CARTA ABIERTA: Silencio - Sala de Lectura

A manera de carta al Alcalde municipal

Por Jorge Horna
En la simpática plaza principal de Celendín está el local municipal, cuyas oficinas se han ampliado y ocupan los ambientes de lo que antes fue el mercado de abastos. Todo se ha modernizado: intercomunicadores automáticos, computadoras con impresoras veloces, faxes y teléfonos.
Lo que todavía no ha merecido –administración tras administración- una adecuada atención es el aspecto educativo y cultural que es de incumbencia edil, porque para eso existe presupuesto asignado a la Gerencia municipal de Educación, Cultura y Deportes.
La Biblioteca municipal ubicada en un lugar impropio, cuya puerta da a la calle a merced del ruido de vehículos y el bullicio de los transeúntes. La reducida sala con deficiente iluminación y mobiliario; la inexistencia de un auténtico fichero bibliográfico, configuran un descuido total. Además, en ese mismo ambiente se ha instalado cabinas de Internet.
En esas condiciones no habrá lector que retorne a consultar textos, a investigar asuntos, o simplemente a darse el gusto de leer. Para colmo algunas personas de escasa formación concurren a la sala para conversar con el consentimiento de los empleados que atienden, quienes a simple vista no han sido capacitados –ni mínimamente- para tan delicada misión.
Así se trata a la Biblioteca. Esta calamidad ahuyenta al cada vez más reducido grupo de potenciales lectores y lectoras.
Desde estas páginas de Celendín Pueblo Mágico una invocación que la asumimos como exigencia: la biblioteca debería estar ubicada en un lugar aislado, dotarla de buen mobiliario, asignar personal que por lo menos sean dinámicos animadores de la lectura, elaborar un reglamento, confección de un fichero bibliográfico tanto por autores como por títulos, evitar hurtos y deterioros de los libros, y propiciar silencio, mucho silencio. Quien ama a los libros, ama el alma de los pueblos.

Lima, febrero de 2008

No hay comentarios: