Menciono sólo a algunos y poco difundidos: El contumacino (Cajamarca) Mario Florián es su poema Arenga al peruano, de su libro “Canto augural”, nos exhorta :
No te sientas pequeño, hombre común peruano,
peruano de estos días: pregona tu grandeza
delante de tu huésped, delante del foráneo
que llegó de muy lejos a comer en tu mesa
(…)
No te humilles. Despierta. Elévate, peruano.
Erígete. Ya es hora. Revive tu ejercicio
de amansador de Mundos, de Continentes Bravos,
de Forjador de Imperios sobre los precipicios.
(…)
Vindícate en tu tierra… Porque estás en tu tierra
desde las eternidades… Y tu tierra te adora…
¡Exprésate, peruano! ¡Exprésate de nuevo!
¡Sé heroicidad, destino! ¡Levántate! ¡Ya es hora!
Luego, extractos del poemario “Libro de los entuertos” de Juan Cristóbal (Lima, 1941), que “eleva su palabra para dotar de dimensión estética al lenguaje popular mediante la eficacia de su elaboración literaria.”
Perú/ país de mi vida/ y de mis sueños// ¿desde cuándo/ te has convertido/ en una infame/ en una avara/ en una cloaca de tus hijos/ en una lemaculos sin remedio?
(…) ¿O esos jueces corruptos/ que no tienen ni un chico/ pero si roban y chupan/ como salvajes vikingos/ sin subírseles la sangre a la cara?// ¿O quizás/ esos empresarios alcahuetones de siempre/ que sólo ven/ sangre y miseria/ chorreando en sus nombres? (…) Nos hicieron esclavos de sus chanchos/ sirvientes de sus perros/ mucamos de su espanto/ lorchos de sus desgraciadas desgracias/ y para llenarse los bolsillos/ y hacernos cachita desde el aire/ (…) Hasta droga nos trajeron/ estos lameculos de la calle/ estos hijos de la gran perra/ y perradas en la noche// cuántos hijos destruidos/ cuántos niños muriendo por los parques/ cuántos muchachitos tirándose del puente/ cuántos viejitos ahogándose en sus casas/ cuántos pirañitas revolcándose en sus sombras/ cuántas niñas violada en las playas// Y no sólo droga nos trajeron/ también llegaron las salchichas/ los gusanos las hamburguesas/ las siliconas los tragamonedas del carajo/ las computadoras por las huevas/ los celulares traidores de la amante (…) Cubrieron de sangre nuestros huesos/ con petróleo/ los ríos y los sueños/ con minerales y venenos/ la esperanza y las perdices de los cerros/ así/ desaparecieron la rosa de la tierra/ las sombras venerables de los huertos/ las huellas de la casa/ las guirnaldas de los vientos (…) Y escucha bien lo que te digo/ prepara tu regreso/ para volver a encontrarnos en el campo/ y ser lo que fuimos/ y seremos/ antes de dios/ y después de él/ en las amapolas generosas de los niños.
En su libro “Summa Poética”, Julio Nelson (Iquitos, 1943), escribe:
…vámonos
por esta tierra de anhelo, siguiendo
la vereda del venado y la estela del halcón;
olvidando para siempre los reinos de la angustia
y de la muerte.
(…)
¿En dónde residen, en mi país,
los elevados sentimientos? ¿En dónde buscarlos?
En las moradas con techo de tejas rosadas
(…)
Afianza tu determinación en cada aurora,
y que el día te sorprenda en el crepitar de las llamas
de la lucha.
Después de sucesivas jornadas,
curtida la piel, sentiremos,
en el aroma del aire, cada vez más cerca la victoria.
(…)
También desde una cátedra o un buffet puedes
bregar por los oprimidos. ¿Qué de malo hay en reprobar
la miseria y morar cerca del Olivar de San Isidro…?
Jorge Luis Roncal (Lima, 1955) en “Canción de la esperanza”, poetiza:
Así, nuestros actos, nuestras vidas/ grandes, radiantes/ nuestros cuerpos/ dispuestos siempre a confundirse/ entre la multitud que hace la historia/ pues no basta contemplar con inquietud esta miseria/ no es suficiente el sentimiento/ el odio a los culpables, las canciones de protesta/ si las manos se resisten a luchar (…) ¿De qué calma hablaron los hombres del poder?/ ¿a qué tranquilidad se han referido?/ No es tiempo de llorar, decimos/ susurramos esta rabia como versos de amor (…) hasta que el viento del amor/ arranque de raíz la oscuridad/ la mala siembra/ y la ternura florezca en nuestro suelo.
El ancashino Abdón Dextre Henostroza, nos dice en sus poemas del libro “Herido tambor de fuego”:
Perú mío, mientras sin piedad te herían
y a deshoras
manojos de flores negras
en el patio de tu casa dejaban,
dónde estaba yo?, dónde?
(…)
Pero un día, cercano ya,
y cambiados el curso de los malos vientos,
capturaremos intactas auroras
(…)
Cuando retornen al futuro las ilusiones, veremos
Elevarse en reciente verdor, cual tierno maizal,
La hermandad entre los hombres y entonces, solo entonces,
Se derretirán, se extinguirán las angustias.
(…)
Patria mía, no sé que haré
si no me entregas el caudal
de tu canoro idioma.
Patria mía.
¡Oh Patria mía!,
busco tu rostro para reconocer al fin el mío.
Es mi voz duro clamor de antorchas
hace tiempo encendidas.
(…)
Ay Perú Perú
ay patria de nuestros sueños desgarrados devastados
esta cerca la hora de que remontes tu alto vuelo
(…)
Y decimos
ay de aquellos que mancillaron tu preciosa existencia
ay de aquellos que convirtieron tu templo en casa
de mercaderes
…
Y la hora de tu redención está pronta a cantar como el más bello
gorrión
El gorrión del alba se posará entonces infinito en el clavel
de la vida
oh gorrión del alba
oh esperado compañero del alma.
Lima, 13 de febrero de 2008
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