CHIRAPA
Por Marcial Silva Pinedo, Osmandias
Llueve con sol.El atardecer fumiga chirapas
de resplandor vidrioso,
mientras el sol,
horizontal sobre su codo zurdo,
se entretiene en ponerle al cielo
un arco de colores.
Al frente, el verdor de la loma,
moteando al cielo de amarillo,
rojo y lila, mira,
a través de ese amarillado de agua
que va cigando
de las escarmenadas nubes,
una casita vestida de novia
que meditando en el valle
se ha quedado.
Un coro a galope de líquidos balines
aplaude en grande
sobre las pencas secas
y una señora grita desde su choza
en una esquina del barbecho:
-“¡Quita, muchacho
que está chirapeando!,
si no te quitas
te van a salir granos”.