Por Jorge A. Chávez Silva, “Charro”
Hurgando entre estos discos nos hemos topado con esta fotografía tomada frente al taller de Martín Sánchez (Juacha) alguna tarde calurosa de los años 60. El jirón Ayacucho aún conserva la acequia de desagüe, característica del Celendín de entonces y en ella se distingue a estos alegres muchachos, la mayoría de ellos del antiguo barrio de “Las Lagunas”, como se le llamaba al ahora rebautizado huachafamente “residencial San Isidro”.
Con el poeta Jorge Horna Chávez hemos tenido siempre la inquietud de ubicar alguna fotografía de nuestro poeta Oscar Zevallos Marín, el recordado “Push” y he aquí, que donde menos se piensa, salta la liebre y podemos presentarles esta primicia antigua en la que aparece justamente el poeta, primero de los de la izquierda en cuclillas y de paso, como regalo de fin de carnaval, les regalamos de yapa un poema de su inspirada y romántica pluma.
Figuran en la fotografía, de izquierda a derecha en cuclillas: Oscar Zevallos Marín, el “Coche” Peralta, Martín Sánchez, Zenón Chávez Zegarra, Humberto Velásquez García y …Díaz. De pie: Luis Silva Pereyra, Erasmo Pereyra Silva, Héctor Delgado Díaz, Homero Velásquez Díaz, (¿?) Horacio Chávez Díaz y Edilberto Carrión Muñoz.
ANHELOS
Quisiera mecerme en la rama de tu talle
con delirios de pasión y coloquio
Sepultarme para siempre en los enigmas de tu silencio
como una mística plegaria al borde de tu alma fervorosa
Ser la luz, que es arco iris en la red de tus pestañas
aleluyas de las sombras de la tarde
donde el lirio blanco de mis lejanos poemas reflejan
su nostalgia de ausencia en vigilia consagrada
Quisiera raptar el matiz de la alborada
vestirte con encajes del traje crepuscular.
Anhelo estar misteriosamente en la bruma de tu mirar,
allá en los celajes donde siembras espigas áureas en mi pensamiento
Quisiera estar contigo, hasta en el aire que respiras
con aromas de quietud amorosa en tu candoroso recogimiento
Ser la declinación de tus noches de insomnio
en donde se escucha el gemido de una pena rasguñando tu corazón
Anhelo enjugar mi pesadumbre dulcemente
conmovido en el oscuro profundo de tu calvario
Columpiarme en delirios con dulzura de pasión
en el edén geográfico de tu alma
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