viernes, 2 de enero de 2009

POESÍA: Desde Autralia

Enrique Horna Fernández (Oyotún, Lambayeque, 1954). Ingeniero industrial sanmarquino radicado en Australia. Tiene raigambre celendina, su abuelo paterno fue don Neptalí Horna Aguinaga, nacido en Celendín.
A nuestra redacción nos ha enviado sus poemas, que no constituyendo parte de un libro, reflejan la memoria de los instantes primeros de la vida, y feliz para Enrique, porque se deslizaron en comunión con la naturaleza y junto a la mano labriega de sus progenitores.
En los libros “Poetas y narradores” promovido por el Instituto de Cultura Peruana (Miami, Florida-USA) y “Nuestro Oyotún. Primer ensayo de la realidad” (2004) han sido incluidos sus poemas. También en Australia los diarios de habla hispana han publicado sus trabajos poéticos.
De los ocho poemas sueltos que nos ha enviado Enrique Horna, tomamos los que a continuación exponemos (NdR).

“MADRE”
Hoy estoy lejos, muy lejos
de tu nacimiento y muerte;
en un camino que no conozco
donde todo es tan calmo,
en una tierra, que es lejana de tu vientre.
Madre, generosa en la alegría
y tristeza de tu existencia,
si pudieras con tus lágrimas
curar las llagas de los que sufren;
y redimir a los que creen
que la vida es siempre entrega.
Madre, como duele tu ausencia,
tu risa que se quedo en mi cuna;
y tus sueños que se fueron
volviendo añoranzas.
Y extraño tu orgullo de tenerme,
tu risa de niña provinciana;
tu canto de pueblo, tu fe en el amor.
Madre, cuanta humildad se fue contigo
cuanta ingenuidad se volvió viento;
y te fuiste amando unos espacios
que no son color Octubre
ni son el asomo de tu entrega y esperanza.
Madre, mi pequeña, tierna y cariñosa;
siempre serás mi dolor más dolor
mi ausencia más reclamada
y mi nostalgia más cruel,
pero ahí donde se cobijan los amores
siempre te tendré como agua fresca
calmando mis penas y dolores.

Sauce viejo, guardián de camino polvo... (Foto Charro)

“SAUCE VIEJO”
Sauce viejo,sostén de acequia añeja
guardián de camino polvo, eres eternidad
bajo la luz humilde de la luciérnaga
y la luna noche de la inmensidad.
Sauce viejo, que en tus brazos verdes
encuentro la mano siembra de mi viejo
y la sensible sonrisa de una esperanza madre.
Sauce viejo, amigo del tiempo
generoso anfitrión de un encuentro misterio
celebrado con risas amor de verdad.
Sauce viejo, ruta de años
agua y nido, nostálgico canto
de cariños ausentes, de brisas penas
de lágrimas que son fuerza río;
homenajeando un origen
de arena, sol y viento.
Sauce viejo, carita niño
sueño infantil de aventura e imaginación,
mano inocente refrescando la ilusión de los quince.
Sauce viejo, hamaca engreída de campesino
sombra anhelada de recuerdos,
pan que el alma cocina un mediodía caliente;
rato que los hijos del campo lanza sus ansias al cielo.
Sauce viejo, testigo de surco fé,
amador de alforjas semilla,de palana trabajo;
manos callosas que despiden tiernamente
al hijo que va en busca de su sendero.
Sauce viejo, posada de risas y abrazos
celebrando la simple grandeza de las flores
y la alegría de las aves libertad.
Sauce viejo, árbol mío
quisiera que mi alma
se duerma algún día bajo tu follaje.

RECORDANDO A MI PADRE
Te quiero ver esta tarde que mis extraños anhelos se van a juntar
al borde de la acequia y el sauce, donde algunas vez
mis pasos fueron niños y tus palabras eran mi horizonte.
Te quiero ver esta tarde en que el sol del tiempo
me trae tu rostro rojo y tierno y tu mano callosa me sostenía.
Quiero caminar por aquellos senderos que fueron mi infancia y sueño
verte en el campo de la esperanza.
como serán esos amaneceres ya sin ti, sin tu canto galán
y tu orgulloso caballo, cuanto alumbraran las luciérnagas en esas noches
de misterio, de cuentos, de poesía entre el agua y el cerro.
Yo te quiero ver nuevamente entre las tierras del recuerdo
entre silencios que son los claros anuncios de tu paso por la vida
ahí en tu cabaña aferrado a tus cálidos cariños
presintiendo tal vez tu temprana despedida.

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