ENTRAÑAS DE MI CORTEGANA
Por Jorge Horna
Wálter Castañeda Bustamante, nació en 1987 en el caserío de Chupica, distrito de Cortegana (Celendín), y estudió Comunicación en el Instituto Pedagógico “Arístides Merino”. A fines del año pasado ha publicado por sus propios medios el libro Entrañas de mi Cortegana (Ind. Gráfica San Remo, Lima 2009).
Este libro es una monografía con datos documentados sobre la creación del referido distrito y cada uno de los centros poblados, caseríos y anexos (cuarenta y dos en total). Para el efecto el autor ha esquematizado sus informes con una sucinta reseña histórica, festividades, lugares de posible atracción turística, comidas típicas y población.
La creación de una escuela en estos remotos lugares de la patria es determinante en las aspiraciones de los pequeños poblados para convertirse en caseríos y centros poblados mayores. El primer paso es conseguir la donación de un área para el futuro local –campesinos con posibilidades siempre están prestos para ello-; luego la construcción y funcionamiento, muchas veces como Institución Educativa de Gestión Comunal, esto significa que los habitantes asumen el pago de los haberes del profesor y otros gastos adicionales.
Prolongadas gestiones persistentes ante la burocracia estatal al fin se plasma en el reconocimiento por parte del Ministerio de Educación. Después la elección directa del Teniente Gobernador, Agente Municipal, Presidente de Ronda y de APAFA, es otro requisito. Por supuesto la disposición siempre presente para construir el templo para la feligresía católica.
En Entrañas de mi Cortegana nos percatamos de las enormes carencias (salud, educación, transporte) que adolecen las poblaciones de tierra adentro por la indiferencia de un Estado ajeno a las necesidades de los más pobres. En el distrito de Cortegana y sus caseríos, la historia cotidiana la forjan hombres y mujeres que para sus objetivos colectivos establecen sólidos lazos de unidad. Las Rondas Campesinas existentes en todos estos lugares son núcleos sociales de base que sirven para mantener el orden y la seguridad personal y comunal; estas Rondas tuvieron su origen en la estancia chotana de Cuyumalca el año 1976 (Orin Starn. Reflexiones / Rondas Campesinas y Nuevos Movimientos Sociales).
En la lectura de las reseñas históricas advertimos la tendencia a sustituir los nombres originarios de los pueblos por otros que les restan autenticidad e identidad: Surumayo, Incayacu, Shautes, Yerba Buena, El Luñe, Peña Blanca, han sido reemplazados por El Porvenir, Nuevo Edén, Villanueva, Pueblo Nuevo, Dos de Mayo, San Carlos, respectivamente; etcétera.
Sin embargo aún conservan sus propios topónimos los lugares Candén, La Púcara, Muñuño, Musadén, Andamachay, Chupica, Pacchapampa, La Quinua, Perlamayo y Yagén. Las fotografías incluidas resaltan los hermosos paisajes naturales.
Los textos incluidos en Entrañas de mi Cortegana a manera de versos debieron ser mejor trabajados, haciendo uso de los recursos literarios que para el caso el autor debe conocer en su condición de estudiante de Comunicación. Así, hubiese sido un testimonio estético para lograr un volumen variado y ágil.
Es loable, y expreso mi reconocimiento, que a sus 22 años de edad, Wálter Castañeda haya tenido la decisión de publicar un libro, dando muestras de su capacidad de investigador, lo que sienta un precedente valioso para la juventud celendina. Este aporte es una gratitud manifiesta con la tierra que lo vio nacer y crecer, y su compromiso social apunta a revertir el vigente estancamiento de su comunidad.
Por Jorge Horna
Wálter Castañeda Bustamante, nació en 1987 en el caserío de Chupica, distrito de Cortegana (Celendín), y estudió Comunicación en el Instituto Pedagógico “Arístides Merino”. A fines del año pasado ha publicado por sus propios medios el libro Entrañas de mi Cortegana (Ind. Gráfica San Remo, Lima 2009).
Este libro es una monografía con datos documentados sobre la creación del referido distrito y cada uno de los centros poblados, caseríos y anexos (cuarenta y dos en total). Para el efecto el autor ha esquematizado sus informes con una sucinta reseña histórica, festividades, lugares de posible atracción turística, comidas típicas y población.
La creación de una escuela en estos remotos lugares de la patria es determinante en las aspiraciones de los pequeños poblados para convertirse en caseríos y centros poblados mayores. El primer paso es conseguir la donación de un área para el futuro local –campesinos con posibilidades siempre están prestos para ello-; luego la construcción y funcionamiento, muchas veces como Institución Educativa de Gestión Comunal, esto significa que los habitantes asumen el pago de los haberes del profesor y otros gastos adicionales.
Prolongadas gestiones persistentes ante la burocracia estatal al fin se plasma en el reconocimiento por parte del Ministerio de Educación. Después la elección directa del Teniente Gobernador, Agente Municipal, Presidente de Ronda y de APAFA, es otro requisito. Por supuesto la disposición siempre presente para construir el templo para la feligresía católica.
En Entrañas de mi Cortegana nos percatamos de las enormes carencias (salud, educación, transporte) que adolecen las poblaciones de tierra adentro por la indiferencia de un Estado ajeno a las necesidades de los más pobres. En el distrito de Cortegana y sus caseríos, la historia cotidiana la forjan hombres y mujeres que para sus objetivos colectivos establecen sólidos lazos de unidad. Las Rondas Campesinas existentes en todos estos lugares son núcleos sociales de base que sirven para mantener el orden y la seguridad personal y comunal; estas Rondas tuvieron su origen en la estancia chotana de Cuyumalca el año 1976 (Orin Starn. Reflexiones / Rondas Campesinas y Nuevos Movimientos Sociales).
En la lectura de las reseñas históricas advertimos la tendencia a sustituir los nombres originarios de los pueblos por otros que les restan autenticidad e identidad: Surumayo, Incayacu, Shautes, Yerba Buena, El Luñe, Peña Blanca, han sido reemplazados por El Porvenir, Nuevo Edén, Villanueva, Pueblo Nuevo, Dos de Mayo, San Carlos, respectivamente; etcétera.
Sin embargo aún conservan sus propios topónimos los lugares Candén, La Púcara, Muñuño, Musadén, Andamachay, Chupica, Pacchapampa, La Quinua, Perlamayo y Yagén. Las fotografías incluidas resaltan los hermosos paisajes naturales.
Los textos incluidos en Entrañas de mi Cortegana a manera de versos debieron ser mejor trabajados, haciendo uso de los recursos literarios que para el caso el autor debe conocer en su condición de estudiante de Comunicación. Así, hubiese sido un testimonio estético para lograr un volumen variado y ágil.
Es loable, y expreso mi reconocimiento, que a sus 22 años de edad, Wálter Castañeda haya tenido la decisión de publicar un libro, dando muestras de su capacidad de investigador, lo que sienta un precedente valioso para la juventud celendina. Este aporte es una gratitud manifiesta con la tierra que lo vio nacer y crecer, y su compromiso social apunta a revertir el vigente estancamiento de su comunidad.
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